Archivo por meses: diciembre 2015

EL PORQUÉ DE LA NAVIDAD


Érase una vez un hombre que no creía en Dios. No tenía reparos en decir lo que pensaba de la religión y de las festividades religiosas, como la Navidad.
Su mujer, en cambio, era creyente y criaba a sus hijos en la fe en Dios y en Jesucristo, a pesar de los comentarios desdeñosos de su marido.
 
Una Nochebuena en que estaba nevando, la esposa se disponía a llevar a los hijos al oficio navideño de la parroquia de la localidad agrícola donde vivían. Le pidió al marido que los acompañara, pero él se negó.

-¡Qué tonterías! -arguyó-. ¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender a la Tierra adoptando la forma de hombre? ¡Qué ridiculez!
Los niños y la esposa se marcharon y él se quedó en casa.

 
Un rato después, los vientos empezaron a soplar con mayor intensidad y se desató una ventisca. Observando por la ventana, todo lo que aquel hombre veía era una cegadora tormenta de nieve. Y decidió relajarse sentado ante la chimenea.

Al cabo de un rato, oyó un gran golpe; algo había golpeado la ventana. Luego, oyó un segundo golpe fuerte. Miró hacia afuera, pero no logró ver a más de unos pocos metros de distancia. Cuando empezó a amainar la nevada, se aventuró a salir para averiguar qué había golpeado la ventana. En un campo cercano descubrió una bandada de gansos salvajes. Por lo visto iban camino al sur para pasar allí el invierno, y se vieron sorprendidos por la tormenta de nieve y no pudieron seguir. Perdidos, terminaron en aquella finca sin alimento ni abrigo. Daban aletazos y volaban bajo en círculos por el campo, cegados por la borrasca, sin seguir un rumbo fijo. El agricultor dedujo que un par de aquellas aves habían chocado con su ventana.

Sintió lástima de los gansos y quiso ayudarlos.
-Sería ideal que se quedaran en el granero -pensó-. Ahí estarán al abrigo y a salvo durante la noche mientras pasa la tormenta.

Dirigiéndose al establo, abrió las puertas de par en par. Luego, observó y aguardó, con la esperanza de que las aves advirtieran que estaba abierto y entraran. Los gansos, no obstante, se limitaron a revolotear dando vueltas. No parecía que se hubieran dado cuenta siquiera de la existencia del granero y de lo que podría significar en sus circunstancias. El hombre intentó llamar la atención de las aves, pero solo consiguió asustarlas y que se alejaran más.

Entró a la casa y salió con algo de pan. Lo fue partiendo en pedazos y dejando un rastro hasta el establo. Sin embargo, los gansos no entendieron.
 
El hombre empezó a sentir frustración. Corrió tras ellos tratando de ahuyentarlos en dirección al granero. Lo único que consiguió fue asustarlos más y que se dispersaran en todas direcciones menos hacia el granero. Por mucho que lo intentara, no conseguía que entraran al granero, donde estarían abrigados y seguros.

-¿Por qué no me seguirán? -exclamó- ¿Es que no se dan cuenta de que ese es el único sitio donde podrán sobrevivir a la nevada?
Reflexionando por unos instantes, cayó en la cuenta de que las aves no seguirían a un ser humano.

-Si yo fuera uno de ellos, entonces sí que podría salvarlos -dijo pensando en voz alta.
Seguidamente, se le ocurrió una idea. Entró al establo, agarró un ganso doméstico de su propiedad y lo llevó en brazos, paseándolo entre sus congéneres salvajes. A continuación, lo soltó. Su ganso voló entre los demás y se fue directamente al interior del establo. Una por una, las otras aves lo siguieron hasta que todas estuvieron a salvo.

El campesino se quedó en silencio por un momento, mientras las palabras que había pronunciado hacía unos instantes aún le resonaban en la cabeza:
-Si yo fuera uno de ellos, ¡entonces sí que podría salvarlos!

 
Reflexionó luego en lo que le había dicho a su mujer aquel día:
-¿Por qué iba Dios a querer ser como nosotros? ¡Qué ridiculez!

De pronto, todo empezó a cobrar sentido. Entendió que eso era precisamente lo que había hecho Dios. Diríase que nosotros éramos como aquellos gansos: estábamos ciegos, perdidos y a punto de perecer. Dios hizo que Su Hijo se volviera como nosotros a fin de indicarnos el camino y, por consiguiente, salvarnos. El agricultor llegó a la conclusión de que ese había sido ni más ni menos el objeto de la Natividad.

Cuando amainaron los vientos y cesó la cegadora nevada, su alma quedó en quietud y meditó en tan maravillosa idea. De pronto comprendió el sentido de la Navidad y por qué había venido Cristo a la Tierra. Junto con aquella tormenta pasajera, se disiparon años de incredulidad. Hincándose de rodillas en la nieve, elevó su primera plegaria: «¡Gracias, Señor, por venir en forma humana a sacarme de la tormenta!»
Con este relato, les deseo con cariño una felicísima Navidad en la que el Niño Jesús les colme de bendiciones.

Javier López
Web Católico de Javier

EL BURRITO

En la biografía del padre Jaime Piulachs, S.J. «Un jesuita rebelde», su autor, mosén José Ricart, recoge retazos de la correspondencia del santo jesuita que no tienen desperdicio. Entre ellos, las siguientes líneas escritas en una postal con la fotografía de… un burro, enviada desde Cavallers en agosto de 1967. Según mosen Ricart, encierran el «secreto» del padre Piulachs, «su especie de  testamento».

 

(..) es de un amigo mío (la foto de la postal) muy edificante y al que mucho me gustaría imitar en muchas de sus virtudes. Siempre calla (fuera de algún rebuznillo); nunca se queja, no tiene pretensiones de caballo; carga con todo como lo que es, como un burro. Cuando la gente quiere insultar a otro le dicen su nombre y él no se molesta: le da un comino; se ve que aprendió aquello de «oprobios, injurias, afrentas, etc.» Es el más humilde de los animales. Y por humildad, mereció estar con Jesús: en su nacimiento, en su huída a Egipto, llevándolo encima en los momentos duros de la persecución; y después en los gloriosos de la entrada en Jerusalén; y en esos momentos de gloria y de palmas y de andar sobre vestiduras, no se envanecía, porque sabía que esto no era por él sino por el que llevaba encima: él no era sino el borriquito de Jesús. Pidamos al Señor que nos haga también esta gracia a nosotros.

Texto obtenido de la Revista Ave María, nº 656 Agosto-Septiembre de 2000

P.S. EN REALIDAD NO CREO QUE VOY A PODER IMITAR AL BURRITO DEL CURA.

COMENTARIO SOBRE LA DEFINICIÓN DEL MOVIMIENTO DE CURSILLOS SEGÚN IDEAS FUNDAMENTALES

Eduardo Bonnín

Al fluir del mismo vivir y al valor que el hombre de hoy valora, se pueden detectar en ella resonancias imperiales de un cristianismo trasnochado, que hoy por hoy tan sólo se creen sumisos y chatos «hombres de iglesia», pero que no sirven para ser los que, una vez convencidos y entusiasmados por el Cursillo, pueden dar testimonio de una Iglesia viva entre los hombres que les potencie sus cualidades para vivir su vida en plenitud, mostrando en su actitud natural, humana y por natural y humana, atractiva y contagiosa para fermentar de Evangelio los ambientes donde es desconocido o mal conocido.

Hoy la realidad marca un rumbo distinto del que señala la definición.

Se tiene que partir del mundo real, no de abstracciones teológicas estratosféricas, que aunque muy verdaderas, solamente pueden llegar a la persona normal hechas vida viva en quien las vive.

El objetivo preferente, aunque no exclusivo, tienen que ser los alejados.
Se ha de procurar que a cada uno le llegue el mensaje, pero en manera alguna se tiene nadie que inmiscuir* en la personal reacción que el mensaje le produzca. Continue reading “COMENTARIO SOBRE LA DEFINICIÓN DEL MOVIMIENTO DE CURSILLOS SEGÚN IDEAS FUNDAMENTALES” »

Año de la Misericordia

Hermanos todos,

Les estoy enviando información que recibo diariamente del vaticano a través de este organismo y les exhorto a que si pueden se suscriban ya que nos mantienen informado de todo lo concerniente a cambios, cartas, encíclicas, documentos etc…creo que como cristianos tenemos que estar informados de todo lo que acontece a nuestra fe y a nuestra Iglesia de la que somos parte y conformamos todos como cuerpo místico de Cristo que somos. Este año el Santo padre ha querido regalarnos el año de La Misericordia, año en el que tendremos también nosotros que ser misericordiosos con nuestro próximo, recordando también que Jesús nos lo pide “Sed misericordiosos así como vuestro Padre es Misericordioso….” (Lucas 6:36) He pedido que la Iglesia redescubra en este tiempo jubilar la riqueza contenida en las obras de misericordia corporales y espirituales. La experiencia de la misericordia, en efecto, se hace visible en el testimonio de signos concretos como Jesús mismo nos enseñó. (Santo Padre Francisco) (VATICANO, 01 Sep. 15 / 06:43 am (ACI).-

No podemos tampoco olvidar que nuestra Madre también ora por nosotros para que podamos acoger al más posible (alejado) y podamos decirle a través de nuestro amor y misericordia (con nuestro ejemplo) que “Dios le ama”

En este año que comienza hay mucho por hacer sobre todo tenemos que comenzar por el “Conócete a ti Mismo del que se nos habla ese Jueves en Cursillo,” hermanos no perdamos la oportunidad de conocernos a nosotros mismos para que por fin se dé el encuentro tan esperado el de cada uno de nosotros individualmente con Cristo nuestro Señor, nuestro amigo ese que no nos falla y que al encontrarnos con EL, nos regala el regalo más grande que tenemos los que hemos experimentado eso de “Tener Amigos” Este triple encuentro nos hace que seamos mejores personas ya que el amigo es ese que nos ayuda a re-descubrir el SER que somos y nos ayuda a corregir desde esa íntima amistad “en reunión de Grupo” lo que tenemos a bien y lo debemos mejorar.

Nuestro caminar tiene que ser en compañía con Cristo y nuestros hermanos, así pues comencemos este año de la Misericordia tratando de ser mejores amigos y hermanos en Cristo y sobre todo siguiendo la línea de la nueva evangelización de la cual el Concilio Vaticano II nos habla y comencemos a vivir Cristiania mis hermanos. Continue reading “Año de la Misericordia” »