Estudio del Carisma Cursillos de Cristiandad

Material publicado por el Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad, con sede en Estados Unidos del 2006 al 2010.

ÍNDICE

Introducción. 3

Los Carismas en la Iglesia. 4

Un Don Gratuito de Dios, Reconocido Por la Jerarquía. 11

La Persona Que Lo Recibe. 15

Cursillos de Cristiandad – Un Movimiento Seglar. 19

Esencia y Finalidad del MCC. 22

Metodología I: PRECURSILLO.. 26

Metodología II: CURSILLO.. 30

Metodología III: POSTCURSILLO.. 33

Estructura: Secretariados y Escuela de dirigentes. 37

“MI TESTAMENTO ESPIRITUAL”: Eduardo Bonnín. 38

 

 

Introducción

Es de las fuentes de donde se ha de beber.

Volver a las fuentes es beber del manantial del que brota el agua.

Beber de las fuentes es “renacer” con cada sorbo de agua pura original.

La génesis de las cosas nos ilustra acerca de su naturaleza y para comprender bien la naturaleza de cualquier concepto nada mejor que comenzar investigando su origen, el mejor método de investigación es estudiar las cosas en el proceso de su desarrollo desde el comienzo.

Se pretende con este trabajo intentar llegar a todo lector que quiera conocer “la” verdad del Carisma de los “Cursillos”, como fue inspirado por el Espíritu Santo.

Es una exposición esquemática de hechos y sucesos acaecidos que, engarzados y unidos, fueron componiendo el “eco” del Señor Jesucristo en aquel momento y lugar, que perdura en los cinco continentes como Movimiento de Cursillos de Cristiandad.

Se ha pretendido prescindir de frases elocuentes y de adentrarse en profundidades filosóficas o teológicas. El contenido se expone, a través de un lenguaje normal, con palabras sencillas, para que lo entiendan todas las mujeres y todos los hombres de cualquier profesión, en cualquier situación en la que se encuentre y dando por supuesta la buena voluntad.

En cada momento de la historia de la Iglesia ocurren unos sucesos providenciales de los que el

Señor se vale para provocar en las personas ese “renacer” espiritual, que tanto le costó entender a Nicodemo.

Cursillos es uno de esos sucesos.

Cursillos no nace para que los cristianos sean mejores, ni para que los mejores sean cristianos, sino para que los cristianos sean cristianos.

Se irán encendiendo las velas del principio, como fueron sucediéndose los acontecimientos del

Carisma de Cursillos, porque un fenómeno histórico sólo puede captarse adecuadamente cuando se iluminan sus comienzos.

Todo Movimiento empieza con una mística.

Después de que ha nacido “la” mística, es necesario que se ponga en práctica una organización para mantener y extender la esencia de ese Movimiento.

Pero hemos de ser precavidos porque en ese momento de la conjunción de la mística y la organización, puede ocurrir, y muchas veces ocurre, que la organización se come a la mística.

La organización se come a la mística cuando los hombres y mujeres responsables, que “manejan” la organización, “consideran” necesaria la implantación de una norma y anteponen la norma al criterio.

La organización se come a la mística, también, cuando esos hombres y mujeres “responsables”, que “manejan” la organización, encuadran “la” mística en “otra” mística.

Para que la organización no se coma a la mística es absolutamente necesario que las personas que asumen la organización tengan el criterio suficiente sobre “la” verdad de lo que asumen organizar.

Si en esas personas ello es necesario, más necesario es aún, para que la organización no se coma a la mística, que el conjunto o totalidad de las personas que componen ese Movimiento, o sea las personas sencillas y normales que viven ese Movimiento, conozcan “la” verdad de la mística y también que tengan el criterio suficiente sobre lo que se ha de organizar, para que todas y cada una de esas personas sencillas y normales que componen y viven el Movimiento impongan su criterio, en el caso de que los responsables encargados de la organización tergiversen, manipulen o se desvíen de “la” verdad de lo que se pretende organizar.

La verdad nos hace libres en el criterio de “la” verdad que se pretende proteger y en su defensa, sin sometimiento a nada ni nadie.

Cuando hay personas de criterio la organización nunca se come a la mística, sino que la mística vive, crece y da frutos en esas personas.

Se ha de permanecer fieles a “la” verdad y se ha de mantener un criterio decido sobre “la” verdad, a pesar de que existan y se oigan “otras” opiniones diferentes de “la” verdad. Esas “otras” opiniones pueden ser muy buenas, pero su bondad estará en “otro” orden, en “otra” verdad. Esas “otras” opiniones y criterios, por tanto, y a pesar de ser buenas para su aplicación en “otro” campo, han de ser rechazadas del campo de “la” verdad que se pretende vivir. Aunque duela,

La verdad es más importante que la pena que pueda causar.

Se ha de procurar, como cristianos, como cursillistas, ser santamente orgullosos, santamente egoístas y santamente ambiciosos de “la” verdad.

El supremo criterio sobre los Cursillos es considerar que Cursillos es más importante que un código de normas para llevar a cabo el Movimiento de Cursillos

En Cursillos el “ser” es más importante que el “hacer.

En Cursillos el “qué” es más importante que el “cómo”

Cursillos es un criterio.

Cursillos es una postura ante el hecho de vivir.

Cursillos es dar importancia al bautismo y a la amistad

Porque es por el bautismo que somos Hijos de Dios.

Porque es por el bautismo que somos Sacerdote, Profeta y Rey.

Porque es por el bautismo que buscamos amistad, que es el aliento de la vida.

Cursillos no nace para que los cristianos sean mejores, ni para que los mejores sean cristianos, sino para que los cristianos sean cristianos.

Ser cristiano es saber convertirse continuamente.

Ser cristiano es “sentir nostalgia” de ser cristiano.

Ser cristiano es, más que nada, sentirse amado por Dios.

Como siempre, nos despedimos rogándole a Nuestro Señor nos mantenga unidos en su amor y amistad.

Los Carismas en la Iglesia

CARISMA

La lluvia que cae del cielo, única e indivisa, hace germinar las más diversas y variopintas especies de flores y árboles.

El Espíritu Santo es único, pero “los dones son variados, las funciones son variadas y las actividades son variados” (1Cor 12,4-6), y confiere a cada uno la gracia según quiere. (1Cor 12,11).

I.- Origen

El origen de la palabra “CARISMA” se encuentra en el vocablo griego χάρισμα(járisma), el cual, a su vez, deriva del verbo χ a ρ í σ oμ α i ((jarísomai), que significa mostrarse “amable y generoso”, “regalar algo”. El sufijo μα (ma), indica el producto de la acción. Así pues, χάρισμα(járisma) significa “don generoso” “regalo”.

Un papiro antiguo utiliza este término para designar los regalos ofrecidos a los marineros.

Existe un parentesco entre el vocablo χάρισμα(járisma) y el nombre griego χάρισ (járis) que significa “gracia”. Este parentesco no se da en los dos vocablos equivalentes del castellano “carisma” y “gracia”

Concepto civil:

– Los diccionarios suelen definir la palabra carisma como la especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar.

Se aplica, por extensión, a algunas personas, como políticos, religiosos, actores, etc., que atraen vivamente a las muchedumbres.

– Algunos sociólogos quieren indicar con la palabra carisma la capacidad de ejercer autoridad en base a la creencia de los seguidores en las capacidades ejemplares de una persona.

– También se utiliza usualmente la palabra carisma para describir una habilidad para influir o atraer a otras personas. Se refiere especialmente a la cualidad de ciertas personas de motivar con facilidad la atención y la admiración de otros gracias a una cualidad «magnética» de personalidad o de apariencia.

Concepto espiritual

La iglesia en la palabra “carisma” mantiene el significado griego de “gracia” o “don”, agregando “de Dios”, el añadido paulino que expresa el origen divino por el que se otorga el carisma a todo bautizado para el bien común.

O sea, como el resultado de haber recibido elχάρισ (járis), una gracia, y de haberla recibido del

Espíritu. En definitiva un carisma es un don de Dios.

 

II.- Los Carismas en la Iglesia

Hay dos elementos que contribuyen a definir lo que es el carisma:

Primero, el carisma es el don otorgado “para el bien de todos”, (1Cor. 12, 7), o sea que está al

“servicio de los demás” (1Pe 4,10)

Segundo, el carisma es el don otorgado “a uno” o “a algunos” en particular, no a todos del mismo modo.

Siempre hubo carismas en la Iglesia.

Los Carismas no solo surgieron en la Iglesia primitiva. Cada época de la historia, cada lugar del universo, cada circunstancia por las que atraviesa la Iglesia, requieren la manifestación del Espíritu y Él distribuye sus dones, funciones, actividades y ministerios de acuerdo a las necesidades concretas de cada momento.

Al vocablo “carisma” se le da un origen paulino, pero la realidad es que ya se encuentra operante en el Antiguo Testamento, en reyes, jueces, profetas y otros grandes personajes, tanto hombres como mujeres. Estos no solo recibieron de Dios una misión sino también la efusión del Espíritu Santo para ejercerla más allá de las fuerzas meramente naturales.

No obstante, fue Pablo quien fijó el término carisma y lo utilizó con cierta profusión: 16 veces.

También es citado por San Pedro, aunque en una sola ocasión. (1Pe 4,10)

1.- Definición

Pablo utiliza la palabra carisma para varias acepciones: considera como carisma el don espiritual concedido por Dios a quienes ha tocado en suerte la vocación cristiana. (1Cor 1,7). Pero, como no todos la viven del mismo modo, cada cual recibe el carisma que le es propio. (1Cor 7,7).

En otros pasajes, con la palabra carisma, expresa otros significados muy distintos: edificación común, curaciones (1Cor 12, 9.28.30), escapar del peligro de muerte (2Cor 1,11), redención, (Rom, 5,15), fuerza (2Tim 1,6), irrevocable. (Rom, 11,29 G-17)

Pero siempre bajo un mismo denominador: una gracia del Espíritu Santo que habilita a quien la recibe para servir en la edificación de la comunidad (Iglesia), o sea, para el bien de todos (1 Cor 12, 7).

De ello surge la definición de carisma como un Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad.

Por Carisma, pues, se puede entender, bajo el concepto teológico, un don espiritual concedido por Dios a un creyente, el cual, viviendo una experiencia religiosa de especial intensidad, es capaz de condicionar de manera extraordinaria la vida espiritual de un grupo o de una época histórica.

Este “don” se presenta como una novedad y guarda relación con la misma raíz χάρισ (járis) que significa “gracia”.

De aquí nace su triple característica:

don que procede de la gracia

don con carácter de utilidad pública

don al servicio del Evangelio, del que da testimonio.

Un carisma es, pues, un don espiritual que Dios da como regalo y que no depende del mérito ni de la santidad de la persona que lo recibe.

Ni tampoco es necesario un carisma para llegar a la santidad.

Los carismas son una expresión de la multiforme gracia divina.

 

2.- Diversidad de Carismas.

Los Carismas son innumerables, de variada importancia, según sirvan más o menos a la edificación de la Iglesia y, sobre todo, de diferente naturaleza, según la función específica que tienen que desempeñar.

Se distinguen los carismas entre ordinarios y extraordinarios, entendiendo entre éstos la globalía y las curaciones. Como carismas ordinarios se hace referencia lo ordinario a los más “sencillos y comunes”, como los llama el Concilio Vaticano II, (LG,12; Apostolicam Actuositatem.3)

Pero el Espíritu Santo infunde a uno palabra de sabiduría, a otro palabra de ciencia, a otro profecía, a otro discernimiento, a otro de servicio, a otro de apostolado, … distribuyéndolo en particular, a cada uno, como quiere. (1Cor. 12, 7-11), manifestándose, en las personas, de muchas maneras: de apóstol, de profeta, de evangelizador, de pastor, de maestro, ..

LISTAS de Carismas:

Los teólogos y escritores que han profundizado sobre los carismas han establecido distintas listas y agrupamientos de los carismas.

Más que listas se puede considerar como una serie de formas diversas de “manifestación del

Espíritu” (1Cor. 12, 7) o una serie de “dotes diferentes” (Rom 12, 6) que valen para todos (1Pe 4, 10s)

En las cartas de San Pablo se encuentran cuatro listas de carismas

(1 Cor 12, 8-10 y 28-30; Rom 12, 6-8 y Ef 4, 11.)

Las listas contienen un total de 20 carismas diferentes, pero estas no pretenden ser exhaustivas.

Hay muchos más carismas.

La lista más completa se encuentra en el capítulo 12 de la carta primera a los Corintios. En ella (1 Cor. 12, 8-10) aparecen 9 carismas que se pueden distribuir en tres grupos:

Carismas de la mente: Sabiduría, Ciencia, Discernimiento de Espíritus

Carismas de acción: Milagros, Sanaciones, Fe

Carismas de la lengua: Profecías, Lenguas, Interpretación

Entre todos los carismas la primacía la tiene el amor. El amor es el carisma de los carismas, el más excelente y al que se subordinan todos los demás.

“Aunque yo hable la lengua de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como bronce que suena. Y aunque tenga el don de profecía, y sepa todos los misterios, y toda la ciencia, y tenga fe de hasta trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy”. (1Cor 13, 1-3) Sin la caridad carecen totalmente de utilidad los carismas más impresionantes. (1Cor. 12 y Rom 12)

 

3.- Finalidad

“La manifestación del Espíritu (el carisma) es concedido a cada uno con vistas a la utilidad común” (1Cor. 12,7). Esa utilidad común es la edificación de la Iglesia y se “edifica” cuando se hace algo “por vía de revelación, de ciencia, de profecía o de enseñanza” (1Cor. 14,6). Más concretamente “edifica a los demás quien les exhorta, quien les enseña las cosas de la fe, quien distribuye a otros sus propias riquezas, quien actúa con misericordia” (Rom 12, 7-8)

Pero poniendo siempre por delante la caridad. La caridad es la única realidad que no acabará.

San Pedro aporta un matiz que complementa, como consecuencia, la doctrina de Pablo: la finalidad misionera de los carismas de proclamar las maravillas del Señor.

Los frutos de los carismas son realmente para la evangelización, para la manifestación del poder de Dios entre nosotros, para la conversión, para confirmar, como nos dice San Pablo, (Rom. 1,16) que el Evangelio es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree.

Una faceta importante de los carismas es su carácter orgánico. Todos deben operar en armonía, como las múltiples funciones de un cuerpo sano.

Los dos textos paulinos más explícitos sobre los carismas (1Cor. 12 y Rom 12) utilizan la comparación del cuerpo humano, con su orgánica unidad, la diversidad de funciones y la independencia de los miembros, para ilustrar cómo los carismas son también diversos en la función, e interdependientes, con la misión específica de contribuir a la unidad, solidaridad y crecimiento vigoroso de la fraternidad cristiana.

“Porque el cuerpo no es un miembro, sino muchos” (1Cor. 12, 14), se hace posible la unidad por medio de la complementariedad mutua.

“Y si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Hay muchos miembros, pero un solo cuerpo” (1Cor 12, 19)

La práctica del carisma, como servicio al prójimo, produce un progreso en la vida espiritual, aunque no por el carisma en sí, sino por el acto de servicio.

Pero se ha de tener claro que los carismas son sólo auxilios en la evangelización. Se otorgan para fortalecer la fe de aquellos en medio de los cuales se manifiestan estos dones extraordinarios del Espíritu de Dios.

Cuando un carisma se ejercita como un servicio a los demás se puede afirmar que dicho ejercicio es un camino de crecimiento en la fe y en el amor.

 

  1. Discernimiento o JERARQUÍA

“Si el Señor nos concede nuevos dones, – indica Benedicto XVI – tenemos que agradecérselo aunque sean incómodos. Es bonito que nazcan sin una iniciativa de la jerarquía. El nacimiento de nuevas formas de vida de la Iglesia es “desde abajo”, y, como ha sucedido en todos los siglos, responde a una iniciativa que viene “de arriba”, es decir, de los dones del Espíritu Santo. La Iglesia, si bien sea un cuerpo, es el cuerpo de Cristo, por lo tanto un cuerpo espiritual, como dice San Pablo. La Iglesia no es una organización internacional, no es un cuerpo administrativo, ni de poder… es un cuerpo espiritual”. (Benedicto XVI a los párrocos romanos 22-02-2007)

La historia de la Iglesia se nos muestra como una permanente tensión entre carisma e institución. El Espíritu ha suscitado siempre nuevos carismas que la Iglesia ha procurado institucionalizar, con lo que muchos han quedado o integrados o aniquilados o desfasados… Afortunadamente, el Espíritu no se deja controlar, sopla donde quiere y revitaliza continuamente la Iglesia a pesar de que se le quiera enjaular con leyes y dogmas.

Sin duda que la misma finalidad de los carismas hace necesaria la existencia de un control, una cierta disciplina, para que quien lo posee no se deje llevar en su uso por los impulsos interiores; también se hace aconsejable el control de los mismos para que contribuyan al bien común.

Pero se ha de tener en cuenta que la disciplina no es oponerse al Dios que “inspira”, sino adaptarse a la finalidad de la inspiración. Teniendo presente que la finalidad de la inspiración es para la utilidad de la comunidad.

El seglar es el descubridor de los temas candentes, el que alza el presente ante los ojos, el que revela los problemas que necesitan ser especialmente ahondados, esclarecidos y puestos en su punto. El seglar es el que tiene la primera palabra. La palabra trémula, descubridora, palpitando con la sorpresa de lo recién encontrado. Palabra sugerente, no matemática, ni irrevocable.

El seglar puede descubrir y “empezar” un tema. El teólogo reflexiona y organiza los datos de lo que los bautizados experimentan, y el magisterio confirma lo reflexionado y organizado por el teólogo.

Así la iglesia avanza en la verdad.

La iglesia tiene igual necesidad de laicos y clérigos – comparten la misma dignidad de bautizados.

Carisma e institución son como los dos brazos de la cruz. Son coesenciales, ninguno de los dos puede estar sin el otro. Los carismas sin la institución están abocados al caos; la institución sin los carismas está abocada al inmovilismo.

La institución es lo establecido. El carisma, lo inesperado. Son dos realidades eclesiológicas distintas, pero no en oposición.

La Jerarquía de la Iglesia no pretende tener el monopolio de los dones del Espíritu, sino que reconoce con gozo que todos los fieles reciben dones de gracia, cuya diversidad es un gran bien para la Iglesia y para el mundo. (LG 12.)

De todos modos, la última palabra, en lo que se refiere a la posible autenticidad de los carismas y su uso, corresponde al obispo, es decir, a la Jerarquía de la Iglesia

Tanto Pablo (Rom 12,3) como Pedro (1Pe 4,10s) dan instrucciones a propósito de los carismas. De aquí resulta evidente que los carismas individuales no pueden ser motivo para sustraerse de la obediencia a los dirigentes de la Iglesia.

Pablo insiste siempre en la inserción necesaria de los carismas en el cuerpo eclesial y su forma de hablar con autoridad a los carismáticos demuestra claramente que él no considera los carismas como dones que den derecho a un ministerio autónomo en la Iglesia.

«El juicio sobre la autenticidad de los carismas y sobre su ordenado ejercicio pertenece aquellos que presiden en la Iglesia, a quienes especialmente corresponde no extinguir el Espíritu, si no examinarlo todo y retener lo que es bueno (1Ts 5, 12.19-22)». (Lumen Gentium, 12)

 

5.- Problemas en los Carismas

El Señor nos da maravillas para contemplar y nosotros las transformamos en problemas para discutir. Hacemos problemas con las manifestaciones del Espíritu.

Como cualquier forma viva, los carismas tienen ante todo un aspecto positivo, pero pueden también crear problemas.

Los corintios habían tomado a moda la palabra carisma y la empleaban solo para designar a los dones más llamativos, como la Glosolalia (“Don de lenguas”), en perjuicio de los dones de sabiduría, ciencia, fe.

Pablo que la había acuñado, por temor a no ser bien entendido, procuró lentamente eliminarla de su vocabulario para evitar las falsas interpretaciones a que podría dar lugar

Es evidente, y casi inevitable, que los carismas vistosos suscitan fácilmente un entusiasmo desmesurado, que puede llevar a graves ilusiones.

“No profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos prodigios? Jamás os conocí” (Mt 7, 22-23) es un pasaje sumamente severo que pone en guardia contra estas ilusiones.

 

6.- Uso de los Carismas

Es necesario cuidar el uso de los carismas tanto para desarrollarlos como para encaminarlos en forma equilibrada hacia el propósito querido por Dios.

Pablo interviene con autoridad para imponer reglas concretas sobre el uso de los carismas en las reuniones de la comunidad cristiana y advierte a los hombres y mujeres de hoy, a través de lo que escribió a los Corintios, sobre el peligro del mal uso de los carismas.

Se hace un mal uso de los carismas:

Cuando los carismas pretenden remplazar el esfuerzo y la responsabilidad de la vida cotidiana.

Cuando la atención se centra en los carismas haciendo de ellos un espectáculo, creando desorden y distrayendo de la disponibilidad al sacrificio.

Cuando se toma posesión de los carismas, buscando ávidamente poseerlos por interés egoísta (orgullo, competencia, fama, etc.).

En cambio, el ejercicio o la práctica de algunas actitudes o virtudes, la obediencia, la humildad, la caridad, contribuye de manera más directa a mantener sano el carisma y hacer que sirva al bien de todos.

 

7.- Los nuevos Movimientos

Juan Pablo II, siguiendo de cerca los lineamientos de la Christifidelis Laici, como aproximación a una definición de Movimientos eclesiales, indica que son “una realidad eclesial concreta en la que participan principalmente laicos, un itinerario de fe y de testimonio cristiano que basa su método pedagógico en un carisma preciso otorgado a la persona del fundador en circunstancias y modos determinados” (Juan Pablo II C.M. de Movimientos Eclesiales 27-30 Mayo 1998)

“Los movimientos eclesiales son la respuesta del espíritu a los desafíos de nuestro tiempo, contribuyen significativamente a la tarea de hacer presente el misterio de Cristo y su obra de salvación en el mundo”

Se caracterizan por un carisma original que “es la fuente de la fuerza espiritual y de la novedad propia de todo movimiento” (Rylko 30-5-1998).

El despertar de los carismas es un retorno a los orígenes, la continuación de un fenómeno que nunca ha cesado, sean cuales fueren las opiniones de los teólogos al respecto.

La historia está llena de numerosos “despertares” carismáticos. Manifestaciones intensas de dones del Espíritu que aparecen cuando es “su” momento y “su” época: la sangre de los mártires de la

Iglesia primitiva, la explosión del monacato, la primera evangelización de Europa, el movimiento franciscano, Teresa de Jesús, etc. Y cada uno de esos “despertares” se remite al “carisma” de su fundador.

El Señor, en épocas de particulares dificultades, no ha dejado de suscitar en la Iglesia personas dotadas de los más variados carismas para ayudarla a salir de situaciones problemáticas y reanudar su vida en la historia.

“Es el soplo oxigenante del Espíritu… capaz de suscitar carismas dormidos, de infundir ese sentido de vitalidad y gozo que, en todas las épocas de la historia, hace que su Iglesia sea joven y actual, que esté dispuesta a anunciar con alegría a los tiempos nuevos su eterno mensaje…” (Pablo VI. Insegnamenti – “Enseñanzas”)

Se ha dicho que los nuevos Movimientos no son sensibles a la teología, pero sí lo pueden ser a ciertas fórmulas ideológicas o doctrinales que dan por supuesto lo que no debe darse. Los movimientos son afines a una teología práctica, que es aquella que no halla incompatibilidad alguna, sino más bien, a un asombroso abrazo armónico entre las verdades fundamentales de la fe y la vida.

¡Cuántos creyentes han abandonado la Iglesia o se han alejado de ella porque la entendieron o se la explicaron como un corsé que los reprimía, un concentrado de ideas frías y abstractas que para nada gratificaba su existencia!

La Iglesia sigue necesitando hombres carismáticos que prediquen la palabra de Dios en el poder del Espíritu Santo, como lo hizo San Pablo, pero hay más necesidad aún de personas que encarnen la palabra de Dios, que se conviertan en “Buenas Nuevas” para el bien de la comunidad.

Si hay un tiempo que necesita carismas, ese tiempo es el nuestro, este nuestro siglo XXI.

Y… nada, ni nadie, está facultado para distorsionar un carisma.

Envía, Señor, tu Espíritu y renovarás la faz de la tierra.

Un Don Gratuito de Dios, Reconocido Por la Jerarquía

“…vino a los suyos y los suyos no le recibieron” (Jn, 1.11)

En el Boletín de Febrero se indicaba que un carisma es “un don que da Dios a quien quiere, pero no para el mismo destinatario que lo recibe, sino para que de él se beneficie toda la comunidad y la Iglesia”.

De esta definición se desprenden cuatro elementos esenciales y característicos de que consta cualquier carisma:

1.- Un don gratuito de Dios

2.- Otorgado a una o varias personas

3.- Para beneficio de la comunidad de la Iglesia

4.- Reconocido por la Jerarquía

Estos cuatro elementos, como en cualquiera de los Movimientos eclesiales, se hallan concretados en el Carisma del Movimiento Cursillos de Cristiandad.

 

UN DON GRATUITO DE DIOS.

El don que el Espíritu Santo infunde, como esencia del Carisma del Movimiento de Cursillos de

Cristiandad, es el mensaje de la Buena Nueva del Amor de Dios a todas las personas. El mensaje de que “Dios es amor” (1 Jn4: 8 y 16)

En este Amor de Dios a todas las personas se concreta el concepto de la esencia y mentalidad del Movimiento de Cursillos de Cristiandad.

Su AMOR a todas las personas es la Buena Nueva, el Don, con el que el Señor quiso hablar al mundo, desde la isla de Mallorca, en los inicios de los años 40 del Siglo XX.

No obstante, este Don no fue “novedad” del Carisma de Cursillos.

El Amor de Dios es eterno. Siempre está presente:

– está en la creación de la luz, del cielo, de la tierra y los planetas, del sol y las estrellas, de los animales, de la mujer y el hombre. (Gén 1, 3-31)

– está en el Arca y en el Arcoiris. (Gén 7, 1 y 9,13)

– está en la montaña de la tierra de Moriah (Gén 22, 2)

– está en las aguas del mar Rojo (Éx 14, 22)

– está en el Monte Sinaí (Éx 20)

– está en la Tierra prometida (Deut 34, 1-4)

El Amor de Dios, sin embargo, no estuvo en ese mundo. Los hombres y mujeres de esos 4000 años mal contados, antes de Cristo, vivían esclavos de “otros” valores.

Pero tanto amó Dios al mundo, que se hizo carne “carne” para testimoniar su Amor. Para decirnos que NOS AMA

Y el Amor del Padre sigue mostrándose en cada instante:

– está en Nazaret (Lc 1, 30-31)

– está en Belén (Lc 2, 6-7)

– está en los leprosos (Mc 1, 39-41)

– está en el centurión (Mt 8, 5-9)

– está en la hemorroisa (Lc 8, 43-48)

– está en los sencillos (Mt 11, 25)

– está en la viuda pobre (Mc 12, 42-44)

– está en el grano de mostaza (Mt 13, 31-35)

– está en el publicano (Lc 18, 10-14)

– está en la Pascua y en la Resurrección

La Encarnación de Jesucristo se convierte en el hecho central de toda la historia.

No obstante, durante estos 20 siglos que han seguido a la venida del Hijo, los hombres y mujeres siguieron alejados del “calor” del Amor del Padre. Han seguido poniendo el centro de su fin en las cosas de la tierra, buscando su felicidad solamente en esos “otros” valores que no sacian.

El Carisma de Cursillos no es “novedad”. Cuando el Espíritu infunde el Carisma de Cursillos, infunde la verdad de siempre. La inspiración del Espíritu consistió en redescubrir la visión del AMOR de Dios a todos los hombres y mujeres, para limpiar la “cera” que los avatares de los tiempos habían colocado en los ojos de las personas.

Tras la guerra civil española (1936-1939), la situación que imperaba en España en los años 40 del siglo XX se evoca y describe como una época de total silencio y de miedo sofocante.

La actividad de la Iglesia en España, en esa década, se centra en la pastoral parroquial, consistente en la administración de los sacramentos, la catequesis y la predicación. Se emitían grandes discursos, incluso, elocuentes y ampulosos.

Pero la referencia, sin olvidar la obligación que todo cristiano tiene de amar a Dios para salvar su alma, se acentuaba más sobre el infierno que sobre el cielo.

La intensidad de fondo incidía en evitar el pecado para que el alma no se quemara en los fuegos del infierno. Se citaban ejemplos de personas que habían quedado malparadas, desfiguradas, por el castigo de la justicia de Dios ante los pecados cometidos.

El ejemplo más ilustrador fue la figura del hijo pródigo. Un chico joven que se ve hundido en el fango de los cerdos por los placeres disfrutados. La imagen que ilustraba el texto era la del muchacho humillado que, de rodillas ante su padre, pide perdón.

El mensaje que se ofrecía se presentaba teñido de colores “tristes”, mientras que el Amor aparecía de una forma fugaz y un tanto desangelada. No destacaba el enfoque “clave” de la parábola: el Amor del Padre bueno. El Amor del Padre bueno que esperó días y años para abrazar y besar a su hijo pródigo.

En el Carisma de Cursillos, en cambio, se da luz y fuerza esencial al enfoque clave de la “escena”. Se destaca cómo el Padre Bueno abraza y besa al hijo que vuelve. Duele ver al hijo desvalido y hambriento, destrozado y lleno de llagas, sí. Pero es más importante el Amor. Es más importante la alegría del Padre.

Tanto destaca ese Amor, tan esencial es ese Amor que, en la contemplación del momento del encuentro, todo son brazos y manos que se mezclan acariciándose entre sonrisas y alegría.

El amor se abre así a la ternura de la aceptación incondicional de la manera de ser de cada uno.

Es el Amor que manifiesta la bondad de Dios, su Amor a los hombres solamente por su misericordia (Tito 3,4-5).

El Carisma de Cursillos, redescubriendo la Buena Nueva del Amor de Dios a las personas, desde la sencillez de lo Fundamental Cristiano, impulsa un intento de restauración religiosa.

El Carisma de Cursillos nace “desde abajo”, respondiendo a iniciativas que vienen “de arriba”.

El Amor de Cristo se iza como la única fuerza capaz de transformar el mundo.

El Carisma de Cursillos es sentir la experiencia íntima de que “Dios me ama”.

El Carisma de Cursillos es tener la inquietud apostólica, como bautizados, de comunicar la gran noticia del Amor de Dios a la mayor parte de personas de las de mis ambientes, con preferencia a los alejados, para que todos sientan que son amados por Dios

El Carisma de Cursillos es vivir “De Colores”, dando testimonio en el metro cuadrado móvil que nos rodea, a través del mejor medio que es la amistad.

Esto es el Don de Dios que dio origen al Movimiento de Cursillos de Cristiandad.

En el Boletín de Febrero se indicaba que un carisma es “un don que da Dios a quien quiere, pero no para el mismo destinatario que lo recibe, sino para que de él se beneficie toda la comunidad y la Iglesia”.

Ese don otorgado por el Espíritu es, por lo tanto, “para el bien de todos”,(1Cor. 12, 7), para el

“provecho común”. O sea que ha de estar al “servicio de los demás” (1Pe 4,10). Como en cualquiera de los Movimientos eclesiales, esta característica se halla concretada en el Carisma del Movimiento Cursillos de Cristiandad.

El Movimiento de Cursillos de Cristiandad nace en Mallorca, en la década de los años 40, pero el mensaje regalado no podía quedarse en la persona que lo recibió. Inmediatamente tuvo aplicación de catolicidad. Era urgente acercar el mensaje de Cristo a todos.

“Cuando me incorporé a filas, (en el servicio militar), son palabras de Eduardo, y me relacioné con multitud de personas, cada uno con un carácter diferente, comprendí que Dios le amaba. Entonces empecé a interesarme por darles a conocer esta realidad.”

El fuego que prendió en Mallorca inmediatamente se fue propagando hasta llegar a todos los rincones del mundo:

En 1951 y 1953, se habló de Cursillos en Salamanca y Roma.

En 1953. El P. Sarmiento, dirige un Cursillo, “sui generis”, para mujeres, en Colombia. Y se da un

Cursillo en el Santuario de San Miguel de Lliria, en Valencia.

En 1954 se dan cursillos en El Espinar de Segovia, Onteniente, Tarragona y Toledo, con la presencia, aquí, de Manuel Aparici.

En 1955 Se celebra un Cursillo en Roma

Después, el Movimiento de Cursillos de Cristiandad llega a Bolivia y Estados Unidos (1957); Perú y México (1958); Venezuela (1959), aunque se realizado un preliminar en 1957; Argentina (1961), aunque se había realizado un preliminar en 1958; el Primer Cursillo de África se celebra en la Isla de Fernando Poo (1960): en Puerto Rico (1961); llegan a Australia y a Chile (1963); a Perú (1964); a Alemania (1965) y a Vietnam del Sur y Corea (1967)

Todo el mundo puede disfrutar del regalo que Dios ha querido otorgar a través del Movimiento de Cursillos.

Los hombres y mujeres cursillistas procuran llevar a todos los ambientes la Buena Nueva de que

Dios nos ama, fermentando con su testimonio de amistad el metro cuadrado móvil en el que el

Señor ha querido colocarles. El Arco Iris DE COLORES, que luce en el cielo de los corazones, es fiel testimonio de que el Movimiento de Cursillos de Cristiandad “recorre con carta de ciudadanía los caminos del mundo».

(Roma, I Ultreya Mundial.28 de Mayo de 1966)

Solo falta hacer un cursillo en la Luna. Y… estamos en ello!!!

 

RECONOCIDO POR LA JERARQUÍA

Se indicaba en el boletín de febrero, como cuarto elemento de los Carismas, el reconocimiento por la Jerarquía. El Movimiento de Cursillos de Cristiandad ha estado reconocido por la Jerarquía desde su inicio.

Fueron muchos los sacerdotes que dieron apoyo espiritual y fáctico al cursillo desde el primer día apoyando. La presencia y labores de los mismos no aparecerá en letras de imprenta, pero el mejor diez es el que Dios pone en los corazones. Son tantos que una relación podría incurrir en algún olvido y el nombre de muchos no es mejor que la ausencia de uno solo.

El primer reconocimiento jerárquico de los Cursillos corresponde, ineludiblemente, a Monseñor

Hervás, al que se le debe reconocimiento áureo. El Obispo Hervás, se percató en seguida de las novedades que estaban pululando por el cielo mallorquín e inmediatamente se interesó por ellas. Se entusiasmó con los cursillos que se realizaban en su diócesis de Mallorca y bendijo con las dos manos el regalo que había hecho el Señor al mundo mediante el Carisma de los Cursillos.

En la Asamblea, celebrada en noviembre de 1949, ante la insistencia de los cursillistas presentes, ensalzó a Cursillos con un reconocimiento espiritual, proclamando una alabanza para siempre:

“Quiero contestar a un concepto que ha flotado varias veces en esta reunión: el de los Cursillos.

Amadísimos jóvenes: los bendigo y los apruebo. Y los bendigo, … no con una sola, … sino con las dos manos” (20 de noviembre de 1949, Asamblea de Jóvenes de A.C. cursillistas)

“Desde este momento los cursillos fueron más cursillos, …”, manifestó, en un grito de ilusión,

Eduardo Bonnín.

Esta bendición a “dos manos”, la sucesión ininterrumpida de tantos cursillos y los milagros de conversión que provocaron en miles de cursillistas impulsó a la Jerarquía eclesiástica a ensalzar, alabar y bendecir el Carisma del Movimiento de Cursillos Cristiandad, reconociendo la gran labor apostólica que se realizaba por sus miembros.

El Cardenal Arzobispo de Tarragona, D. Benjamín de Arriba y Castro, llegó a expresar que Cursillos resultó ser: “Una de las impresiones más fuertes de mi larga vida”

Pablo VI reconoció el Carisma de Cursillos ante los cursillistas reunidos en su entorno y para ante el conocimiento de todo el mundo.

“Cursillos de Cristiandad, palabra que recorre con carta de ciudadanía los caminos de la Iglesia y del mundo” (Roma, I Ultreya Mundial.28 de Mayo de 1966)

La fe del Papa en el Moviendo de Cursillos de Cristiandad llevó a Su Santidad a manifestar, en un reclamo de esperanza:

“Cursillistas, Cristo, la Iglesia y el Papa… cuentan con vosotros”

(Roma, I Ultreya Mundial.28 de Mayo de 1966)

Sin que faltara su apoyo para vivir siempre estos ideales cristianos en el metro cuadrado en el que el Señor nos ha colocado:

“¡Animo, Cursillistas! Peregrinad los caminos del mundo llevando en vuestro rostro, con firmeza y serenidad, el sello divino de la gracia. Que florezca en todo el mundo, con mil colores, vuestra amistad con Cristo”. (Papa Pablo VI en su mensaje a México. II Ultreya Mundial, 21.05.1970) Juan Pablo II mantiene la misma línea de Pablo VI. Reconoce Cursillos y ratifica el campo de apostolado concreto al que pertenece la finalidad del Carisma del Movimiento, según fueron inspirados en su inicio:

“Evangelizar los ambientes en el tercer milenio cristiano: un desafío para los Cursillos de

Cristiandad” (Roma. III Ultreya Mundial. 29 julio 2000)

Así es el auténtico reconocimiento del Carisma de Cursillos de Cristiandad por la Jerarquía.

El reconocimiento de un Carisma, con “aportaciones nuevas” a la Iglesia, en palabras del Cardenal Josef CORDES. Sin necesidad de que sea necesaria una norma legal. Porque, y afortunadamente, como se indicaba en el boletín de septiembre, el Espíritu no se deja controlar, sopla donde quiere y revitaliza continuamente la Iglesia a pesar de que se le quiera enjaular con leyes y dogmas.

La finalidad de los carismas hace necesaria la existencia de un control, cierta disciplina, para que quien lo posee no se deje llevar en su uso por los impulsos interiores; también es necesaria la obligación de controlarlos para que contribuyan al bien común. Pero se ha de tener en cuenta que la disciplina no es oponerse al Dios que “inspira”, sino adaptarse a la finalidad de la inspiración, que no es para la utilidad del profeta, sino de la comunidad.

En la Iglesia no deben existir ni clérigos ni laicos… La Iglesia es una comunidad de iguales en dignidad.

Los nuevos Movimientos no son alérgicos a la teología, pero sí lo son, sin embargo, a aquellas fórmulas ideológicas o doctrinales que dan por supuesto lo que no debe darse. Son afines a una teología práctica, que es aquella que no halla incompatibilidad alguna, sino más un asombroso abrazo armónico entre las verdades fundamentales de la fe y la vida. Hay que romper cualquier justificación que explique el mensaje del Amor pretendiendo imponer un corsé que oprima o reprima.

“La Iglesia, si bien sea un cuerpo, es el cuerpo de Cristo, por lo tanto un cuerpo espiritual, como dice San Pablo. La Iglesia no es una organización internacional, no es un cuerpo administrativo, ni de poder… es un cuerpo espiritual”. (Benedicto XVI a los párrocos romanos 22-02-2007)

Envía, Señor, tu Espíritu y renovarás la faz de la tierra.

La Persona Que Lo Recibe

“Señor, Tú lo sabes todo” (Jn 21:17)

Hace ahora un año, en el Boletín de Febrero de 2008, se inició una exposición sencilla y esquemática de los elementos que caracterizan un Carisma y cómo se concretan los mismos en el Carisma de nuestro Movimiento Cursillos de Cristiandad.

“Pretendemos simplemente abrir la puerta y el hambre de seguir estudiándolo…”, se indicaba en aquel Boletín. Hoy se abre la puerta del cuarto elemento que contempla la definición del Carisma:

En la década de los años 40 del siglo XX, en Mallorca, al igual que en el resto de España, la Iglesia quedó convertida en la fuerza legitimadora más importante de la sociedad española. La actividad que, durante esa década desarrolla, se centra en una pastoral parroquial, consistente en la administración de los sacramentos, la catequesis y la predicación. Se puede decir que era una predicación de grandes discursos pronunciados por elocuentes oradores.

Desde el final de la contienda bélica, a partir de 1939, se intenta en la vida eclesial un intento de restauración religiosa. Entre las diversas formas de ese intento restaurador en la vida religiosa española destacan la Acción Católica, dirigida por Manuel Aparici y los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.

Pio XI dio carácter oficial a la organización de seglares católicos, la Acción Católica, mediante la encíclica “Ubi Arcano Dei Consilio” (23-12-1922). La A.C. española orientaba su apostolado en prestar ayuda a la jerarquía eclesiástica en el ejercicio del apostolado diocesano y parroquial.

De forma paralela, bajo la dirección de su Presidente Manuel Aparici, desarrollaba una actividad exterior muy llamativa. Esa actividad llamativa era el fruto del hervor triunfalista de la época, que iba incendiando los corazones de los jóvenes con el espíritu de “caballero, español y cristiano”, y se exteriorizaba realizando grandes concentraciones, con un éxito abrumador: Mil jóvenes en Roma en el año 1934; se llena Zaragoza de jóvenes en 1940; 2000 peregrinos en Lluc-Mallorca en el año 1941, con M. Aparici al frente, y, con el listón izado en lo más alto, se organiza la gran peregrinación a Santiago de Compostela, en Agosto de 1948, con el lema de “a Santiago cien mil jóvenes en gracia”.

La Acción Católica acuerda en Asamblea una propuesta de Manuel Aparici de impartir por las provincias españolas, un Cursillo de siete días, con el objetivo fundamental de formar Jefes que pudieran animar a todos los jóvenes españoles a peregrinar a Santiago en Agosto de 1948. Se le pone el nombre de “Cursillos de Adelantados de Peregrinos”. Paralelamente, en Mallorca, se imparte un cursillo, al que se le distingue como “Cursillos de Jefes de Peregrinos”, destinado a los jóvenes de Acción Católica de los centros parroquiales o comarcales de la diócesis.

Mons. Juan Hervás, desde sus inicios pastorales estuvo vinculado y muy comprometido con la Acción Católica, “con fama de persona centrada en los esquemas teológicos más tradicionales, con un gran sentido de la autoridad y la jerarquía”. Llega a Mallorca el día 1 de Marzo de 1947, como Obispo coadjutor con derecho a sucesión del Arzobispo titular de Mallorca Mons. Miralles.

Fue aclamado a su llegada a Mallorca, de forma muy especial, por los Jóvenes de Acción Católica.

Estos jóvenes, con Eduardo Bonnín al frente, como Presidente del Consejo, inmediatamente le expusieron “lo” que se traían entre manos, desde hacía unos años. El entusiasmo que provocó en el Obispo le hizo proponer a esos jóvenes “intrépidos” celebrar una misa semanal, con una pequeña tertulia después de la Eucaristía.

Mons. Hervás Amó los Cursillos: Dio un gran apoyo e impulso a los Cursillos.

Los exaltó hasta el extremo de proclamar “los bendigo no con una mano, sino con las dos” . Les dio el nombre de “Cursillos de Cristiandad”.

El día 7 de Enero de 1949, para el Cursillo que se celebraba en San Honorato, con en el que se inicia la numeración de los cursillos, escribió una carta a Eduardo, el Rector del cursillo, en la que, tras indicar que “me he enterado, por el Consiliario, de este cursillo” manifiesta que ofrece sus oraciones por el éxito del mismo.

Estando en la Diócesis de Ciudad Real, tras dejar Mallorca, el Obispo Hervás escribió una gran bibliografía, entre los que destaca la Pastoral “Los Cursillos de Cristiandad, instrumento de renovación cristiana”. Pastoral que resultó ser la oportuna réplica, que se imponía como necesaria, tras las limitaciones impuestas a los cursillos por Mons. Enciso, Obispo de Mallorca.

Mons. Hervás consiguió que “los Cursillos de Cristiandad entraran por la puerta grande de la Iglesia” (Eduardo Bonnín). Sin el Obispo Hervás, el Obispo de los jóvenes, el Obispo de la Acción Católica, el Obispo de los Cursillos, el Movimiento de Cursillos de Cristiandad podría haber quedado en la “orilla”, como un intento “de renovación cristiana”

El padre Sebastián Gayá fue un sacerdote extraordinario. Trabajador infatigable. Muy culto. Profesor del Seminario. Gran y lúcido predicador. Amante de los jóvenes. Impulsor de la Pastoral castrense y universitaria. Gran animador de la peregrinación a Santiago, para la que escribió “Etapas de un peregrinar” en la revista PROA, de la que era director desde diciembre de 1946. Escribió, también, la “Guía del Peregrino”. Vivía los días realizando múltiples ocupaciones. Llenaba los minutos, de casi todos las horas, de casi todos los días, de una entrega generosa a los jóvenes, seminaristas, universitarios, castrenses, propagandistas, …

El padre Sebastián Gayá asistió a la clausura del cursillo de San Honorato, el día 9 de Enero de 1949, en representación del Obispo, quien le había entregado una carta para Eduardo. Cerró la clausura con palabras “muy animadas”, como era habitual en su elocuencia, volviéndose a Palma a continuación. Trasladado a Madrid en 1956, se dedicó de lleno al Movimiento de Cursillos de Cristiandad, sobre el que escribió varios libros.

En Noviembre de 1947 el Obispo Mons. Miralles le nombra «Consiliario» de los jóvenes de Acción Católica, cargo que ocupó hasta el mes de Agosto de 1950 en que le sucedió el Padre Juan Capó.

El padre Juan Capó cursó estudios eclesiásticos superiores en Roma. Finalizados los mismos, llegó a Mallorca en el verano de 1948. Teólogo extraordinario. Elocuente predicador. Hombre con un carácter arrollador y una fuerza comparable a la de “las cataratas del Niágara”. Le propusieron que diera el Retiro del cursillo de San Honorato, en enero de 1949. Aceptó impartir las dos meditaciones del retiro de la primera noche, tras lo cual volvió a Palma. Posteriormente, tuvo una gran intervención al dar nervio teológico a los rollos místicos y a las meditaciones. Desde Córdoba, su nueva residencia ministerial, siguió vinculado a Cursillos, escribiendo varios libros sobre los mismos.

Hubo otros muchos sacerdotes que tienen nombre propio en Cursillos. Tendrán que ser citados, y se les citará, porque fue muy importante su colaboraron y apoyaron los cursillos, desde sus inicios.

Hubo seglares destacados, dirigentes de la Acción Católica en la década de los años 40, como José Ferragut, Jaime Riutort, José Font, Tano Ruiz, Andrés Rullán, Bartolomé Riutort, Juan Mir, que dedicaron muchas horas de su vida juvenil, colaborando en la implantación de los Cursillos. Se ha de destacar la gran aportación que cada uno hizo, superando los límites que les dejaban libres sus estudios, trabajo o profesión.

Mención especial se ha de otorgar a Guillermo Estarellas. Su aportación fue providencial, porque así lo quiso el Señor. Además de la colaboración personal en los cursillos iníciales, tuvo la inspiración de introducir la canción “DE COLORES”. Las notas de esta canción resuenan en el mundo, como himno de todos los cursillistas. Y el eco de su letra suena al oído como “santo y seña” de paz interior, haciendo el camino en compañía.

– “¿de colores?”, era la pregunta.

– “De Colores”, es la respuesta de un cursillista que vive en gracia.

Eduardo Bonnín Aguiló nace en Palma de Mallorca, el viernes 4 de Mayo de 1917. Desde el balbuceo de las primeras palabras fue educado en una viva Fe cristiana, impregnado del Amor de Dios. Desde su niñez y durante su juventud, descubrió el tesoro “escondido”: DIOS NOS AMA

Entendió la amistad como método de vida. Compartiéndola con todos y viviendo sus detalles en la intimidad de un grupo.

Con 18 años se incorpora al servicio militar, como soldado. La estancia militar se prolongó durante muchos años, debido a la situación bélica española y al inicio de la II Guerra Mundial. Durante el período militar convive con los demás soldados. A pesar de que muchos de esos jóvenes eran hostiles a la religión, descubre en ellos unos valores muy determinantes de alegría, amistad, nobleza y de una sinceridad salvaje, sobre los que indica:

“…comprendí que Dios les amaba. Entonces empecé a interesarme por darles a conocer esta realidad.”

“si nosotros tuviéramos esta sinceridad para contar las cosas de Dios y hablar de Jesucristo como esta gente habla de cualquier cosa, arreglaríamos el mundo…”

Un discurso que Pío XII pronunció a los sacerdotes y cuaresmeros de Roma, el día 6 de Febrero de 1940, marca un nuevo paso en su vida.

El Santo Padre orienta a los sacerdotes sobre la necesidad de “formar un cuadro detallado de la población fiel y de los grupos que se han alejado de la práctica de la vida cristiana, que también son ovejas pertenecientes a la parroquia”.

La amistad, los soldados y el mensaje del Papa se convierten en tres hitos que fundamentan su existencia. Reza, trabaja y estudia. La oración y el estudio le llevan a profundizar sobre esos temas, a cuyos fines dedica su vida, reflejando las conclusiones en un trabajo, que tituló el “Estudio del Ambiente”.

La preocupación única de Eduardo, en adelante, fue la de buscar otros caminos. Buscar otros caminos no habituales en la estructura apostolar jerárquica, para hacer llegar la Buena Nueva del Amor de Dios a todos, especialmente a los alejados, en los ambientes reales y concretos, en los que se vive la vida ordinaria, mediante un método de amistad.

Por esta misión y con estos objetivos, decide incorporarse a la Acción Católica,

En un principio, no había querido formar parte de la Acción Católica. porque consideraba que había mucha estructura y poca mística y, sobre todo, porque las personas y la amistad no ocupaban el primer lugar en el apostolado de la Organización.

En la Semana Santa de 1943 acude al II Cursillo de Jefes de Adelantados que se impartió en el

Monasterio de la Virgen de Lluc. Es aquí, tras este cursillo, cuando considera que sería muy útil para el Señor utilizar las estructuras existentes de la Acción Católica.

“Entendimos que no solo tenían que prepararse los asistentes para la Peregrinación, sino para la vida…” (Eduardo Bonnín)

Eduardo Bonnín, en este momento de la Historia, da a conocer, entre los que comparten su cotidianidad, que el “petróleo” del Amor de Dios está vivo y cercano, a flor de piel, en todos.

Eduardo contagia, entre los que comparte su cotidianidad, la necesidad de un apostolado de todos y para todos, especialmente los alejados, con un solo objetivo: que sepan que Dios les ama.

Eduardo inculca, entre los que comparten su cotidianidad, que el apostolado se ha de hacer en los “sitios” concretos en los que se vive y se mueve cada uno de los hombres y mujeres, especialmente las personas “alejadas”. En sus casas, en sus trabajos, en sus lugares de ocio,…

Eduardo detalla, entre los que comparten su cotidianidad, que el único método por el que será posible provocar “hambre de Dios” a estas personas, es por la vía de la amistad y utilizando su propio lenguaje.

Eduardo enciende, entre los que comparten su cotidianidad, una nueva iluminación con velas de siempre.

Eduardo Bonnín, entre los que compartían su cotidianidad, dio a conocer, contagió, inculcó, detalló y encendió la luz del Carisma extendido por todo el mundo como Movimiento de Cursillos de

Cristiandad, porque el Espíritu Santo así lo quiso.

Cursillos de Cristiandad – Un Movimiento Seglar

“Dios me escogió desde antes de nacer y, por su mucho amor, me llamó. Cuando quiso, me hizo conocer a su Hijo, para que yo anunciara su Evangelio. Y no fui a consultar con nadie, ni tampoco fui a Jerusalén a ver a los que eran apóstoles antes que yo” (Gálatas 1, 15-17)

Unos utilizan el vocablo laico, otros prefieren llamarlo seglar. Seglar o laico, aquí lo entendemos con un mismo significado, referido a nosotros, los bautizados que no hemos recibido la “imposición de las manos”, acto que se conoce como la “ordenación”, o sacramento de las órdenes sagradas.

Desde principios del siglo XX se viene hablando de la presencia y acción de los laicos en la vida pública eclesial y del apostolado laical. Lo primero es una esperanzadora alegría. Lo segundo, el apostolado laical, no es novedad de hoy, sino de siempre.

En el Evangelio encontramos numerosos “gestos” de Jesucristo en los que invita a los “laicos” al apostolado. Inmediatamente, después, San Pablo reitera la invitación evangélica, voceándolo por todos los lugares que recorre.

En el siglo pasado se denominó al laicado como el “gigante dormido”. Ese “gigante” fue despertándose poco a poco. Aislada y personalmente en algunos casos. Y, también, por voces destacadas y cátedras de teología fundamentando la misión, un tanto “olvidada”, del laicado en la Iglesia.

En la actualidad, el gigante está despierto y con vitalidad. La “normalidad” de la participación activa del laico en el trabajo misionero de la misión de la Iglesia, en íntima comunión, que es la concordia amorosa, según el espíritu de San Cipriano, en el seguimiento de Cristo, es una alegría para el Señor.

No importa que el camino, todavía, sea pedregoso. Esa íntima comunión hará que vayan desapareciendo las piedras y se allanará el camino.

Sin duda que el Concilio Vaticano II, así como “Christifideles Laici”, han sido energía, han hecho de motores de impulsión para este despertar de los laicos fieles de Cristo (Christifideles Laici)

El apostolado de la Buena Nueva del Evangelio es de todos.

No es un rol de la jerarquía. En los 72 misioneros, a los que se refiere San Lucas, estamos representados todos, porque el «¡Id!» del Evangelio “se dirige y se extiende a todos” (Christifideles Laici 2.4)

“Dios me escogió desde antes de nacer y, por su mucho amor, me llamó.

Cuando quiso, me hizo conocer a su Hijo, para que yo anunciara su Evangelio. Y no fui a consultar con nadie, ni tampoco fui a Jerusalén a ver a los que eran apóstoles antes que yo” (Gálatas 1, 15-17) Así lo proclama San Pablo, el patrón de Cursillos, el primero y el más grande “Christifideles Laici”. Todos somos Pablo.

En esta “edificación” del “Id”, todos los que creemos en Cristo formamos una misma plataforma, porque el bautismo nos hermana a todos como reyes, profetas y sacerdotes.

En la Iglesia nadie es sólo pescador, o sólo pastor, y nadie es sólo pez, o sólo oveja. Cuando todos los bautizados son pescados y pescadores a la vez, entonces se abre un gran campo de acción para los laicos.

El Cuerpo místico, que formamos todos, es un solo cuerpo (1 Cor 10,17), y cada uno miembro del otro (Rom 12,5), creciendo para Dios, compacto y estructurado mediante los ligamentos y articulaciones, (Col 2, 19) siendo Cristo la cabeza de este cuerpo e identificándonos a Cristo por medio del bautismo (1 Cor 12, 13). (Lumen Gentium 7). Entonces ocurre que, cuando se echan las redes y es grande la pesca, los de la barca, que ha llenado las redes, hacen señas a sus compañeros de la otra barca para que vengan a ayudarles.

Esta es la doctrina de Lumen Gentium, cuando proclama la igualdad y unidad de laicos y clérigos dentro del Pueblo de Dios, identificando a este Pueblo por la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en un sacerdocio común, por la gracia de Dios, aportando cada grupo sus dones a los demás de manera que el conjunto y cada una de sus partes se enriquecen con el compartir mutuo y con la búsqueda de la plenitud en la unidad. Para que, cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como buenos administradores de la múltiple gracia de Dios (1 Pe 4,10).

Sin duda que hay dificultades. Siempre ha existido la “ilusión” de sentarse a la derecha o a la izquierda del “maestro”. Al que le ha cabido la gracia de ser “poderoso” se le olvida, a menudo, guiado de buena fe, sin duda, que el “grande” ha de ser “servidor, siervo de todos” (Mc. 10, 41.45).

Nada es nuevo. Seguimos los mismos caminos de siempre y nos encontramos con las mismas gentes. Está constatado, que “el camino posconciliar de los fieles laicos no ha estado exento de dificultades y de peligros. (Christifideles Laici 2.12)

Ocurre, a veces, y lo decimos en la medida en que brota de las exigencias del amor y donde quiera que la Iglesia nos invita a ser Iglesia, que hay quienes, aún actuando con espíritu de servicio y desde la buena fe, se arrogan un lugar eclesial injustificado e intolerable.

Aquí y hoy… esta es la hora de los laicos. Aunque, como dice S. Rylko «no es fácil ser un laico en el mundo actual» y «ser laico en nuestros tiempos requiere coraje», es la hora de los laicos, porque «los laicos son irreemplazables en la tarea de evangelización».

¡La nueva evangelización se hará sobre todo por los laicos, o no se hará!

Hay que dejar de considerar “por una parte” al clero y “después” al laicado. Hay que dejar de fijar la atención en uno o en otro. Será la manera de empezar a deshacer “nudos” que entorpecen la vida de la Iglesia.

Para conseguirlo, una de las muchas vías está en dejarnos llevar por las grandes intenciones conciliares.

Una de las muchas vías está en dejar de hacer entusiastas afirmaciones cuya efectividad acaba en el momento de terminar de pronunciarlas.

Una de las muchas vías está en poner coherencia entre lo que anunciamos con lo que vivimos.

Una de las muchas vías está poner la “frase” completa, porque sumar “parte” de aquí con “parte” de allá, lo que se obtiene es un resultado de medias verdades.

Queremos declarar, expresamente y para evitar dudas de intenciones oscuras, que, con esto no solo no se está negando a los ordenados, al clero, el lugar que les corresponde en la vida de la Iglesia, sino que sale de nuestro corazón la más firme y clara declaración de amor y admiración por el sacerdocio.

Pero, como oímos a Benedicto XVI “Es algo hermoso de que, sin iniciativa de la jerarquía, con una iniciativa de la base, como se dice, pero también con una iniciativa realmente de lo alto, es decir, como don del Espíritu Santo, nazcan nuevas formas de vida en la Iglesia, como, por otra parte, han nacido en todos los siglos.”

Somos, los laicos de los movimientos eclesiales, los sucesores de esos 72, en palabras de R.

Cantalapiedra.

El título de “fieles laicos”, (Christifideles Laici) es, hacer, el honor de esta verdad

Cursillos de Cristiandad es un Movimiento eclesial seglar.

Desde el laicado, en los años 40, tras un estudio profundo de los ambientes, se originó la Esencia y Finalidad de los Cursillos y la base de la Metodología.

Se hizo llegar la “idea” a los “ordenados” y éstos la bendijeron hasta con las dos manos. Hubo concordia amorosa, comunión, entre clero y laicos.

Cursillos surge del laicado para llevar la Buena Nueva, concretamente, a los ambientes en que cada uno vive.

Cursillos nace, no como una respuesta de la iglesia al mundo, sino como una manera de comunicar al hombre que Dios le ama. Fueron pensados, estructurados y rezados no para evangelizar el mundo, sino al hombre.

Los Cursillos surgen para fomentar hambre de Dios en el mundo y en el marco donde crece y se desarrolla corrientemente lo cristiano

La finalidad que buscó la “idea” Cursillos no fue para hacer cosas, asistir a actos, hacer que asistan a actos, sino para que creciéndose y desarrollándose donde Dios le ha plantado, con fe, con esperanza y con caridad, hecha vida por su conexión con Cristo, puedan ser manantial inagotable de sentido, emisores de autenticidad, e impulsores de energía y alegría evangélica en la familia, en el trabajo y en la diversión.

“El método de Cursillos quiere contribuir a cambiar en sentido cristiano los ambientes donde las personas viven y actúan, mediante la inserción de hombres nuevos que han llegado a serlo gracias a su encuentro con Cristo…” (Juan Pablo II) . Permaneciendo cada cual en el estado en que fue llamado, (1 Cor 7, 24) porque a nadie hay que sacarle de su costumbre de atender a la familia, al trabajo, al ocio, sino convertir su forma de atender, haciendo de la gracia un modo de orientarse.

Los Cursillos, como todo lo humano, no son perfectos, pero la confusión y los líos empiezan cuando, sin una idea cabal de por qué fueron pensados, se pretende llevar la generosidad que, por la gracia de Dios, suscitan, a lo que a cada uno le parece lo mejor.

En Cursillos se afirma una línea seglar porque la estrategia se centra en la persona y los ambientes, antes que en las estructuras.

El apostolado cuyo desarrollo se orienta más específicamente en las estructuras intra parroquiales, ya existía con anterioridad y sigue teniendo vida. Un apostolado, sin duda, excepcional y extraordinario, que se lleva a cabo mediante su pastoral. Un apostolado que, sin duda, es muy bueno y eficaz para los “obreros” que fueron llamados a la viña desde la primera hora, pero que no resulte que cuadre en la entrega apasionada de un recién convertido. Porque la estructura parroquial se muestra a la vez demasiado estrecha y demasiado basta para satisfacer las necesidades de la pastoral y de la formación del conjunto de los fieles. La parroquia u otras estructuras de iglesia, no parecen ser la plataforma más adecuada y menos aún la exclusiva para llegar a ciertos sectores, especialmente a los más alejados, y fermentarlos en cristiano.

Cursillos dirige el enfoque, no de forma exclusiva aunque sí especialmente, a los alejados, que no participan en los actos parroquiales o asisten a los mismos de forma rutinaria, sin que les duela el no participar en ellos. Si bien es más cierto que, cuando la parroquia precise una colaboración puntual, siempre estará prestada con sencillez, sin invadir campos ni asumir roles que pertenecen a otras parcelas.

Eduardo Bonnín siempre destacó de forma contundente, clara y concreta que Cursillos es un

Movimiento de iniciativa seglar, en el que los sacerdotes colaboran con su papel fundamental. Que Cursillos solo puede tener perseverancia y crecimiento “mediante el ensamblaje perfecto entre seglares y sacerdotes”.

El Cursillo, hoy más que nunca, tiene que estar firmemente asentado en la fe que vive en unión estrecha, cordial y amistosa con todos, seglares y sacerdotes,… sin “mandonismo” ninguno de nadie, con santo real miedo, con asombro continuado y con la sobrenatural naturalidad, no de creer saber, sino de saber creer. Es evidente que el Movimiento de Cursillos, puede llevar la Buena Nueva a los lugares más alejados y ajenos al radio de acción normal de los ordenados.

Cursillos, como Movimiento eclesial seglar se hace realidad en la persona que vive el Bautismo, anunciando la Buena Nueva del Evangelio, el Amor de Dios, mediante testimonio en los lugares que recorre el metro cuadrado en el que está enclavado de los ambientes en que habita: la casa, el trabajo, los lugares de ocio. Pero siempre en unión íntima con los sacerdotes

Oremos juntos, sacerdotes y seglares, para que, en el metro cuadrado de nuestro alrededor, en los sitios de cualquier ambiente en el que nos encontremos, al encontrarnos con cualquier hermano, derrochemos Amor (Lc 10. 25-29 y Mc 12, 31) con espíritu samaritano (Lc 10. 30-37)

Porque Iglesia somos todos. No somos Iglesia, o más Iglesia, porque se ocupe un puesto o un cargo o una misión más o menos cualificada o importante.

No.

Somos Iglesia porque estamos bautizados y confirmados en la Fe en Jesucristo.

Esencia y Finalidad del MCC

“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros como yo os he amado.” (Jn 13, 34)

“Vuestro Movimiento os pide ser fermento en la “masa” del mundo, …actuando en el mundo”. (Papa Juan Pablo II)

Nos encontramos ante dos vocablos unidos, “Esencia” y “Finalidad” en una misma exposición, por su íntima conexión dentro del Carisma de Cursillos.

I.- Por “esencia” se entiende “lo permanente e invariable de las cosas”, “lo que el ser es”, “lo necesario, lo indispensable, la MÉDULA de la cosa”. Pueden cambiar las circunstancias de una cosa, pero la identidad del núcleo interno, la esencia, siempre se mantiene. La esencia de una cosa es inmutable.

La esencia de la Iglesia es Jesucristo. En palabras de Romano Guardini, “El cristianismo no es, en último término, ni una doctrina de la verdad, ni una interpretación de la vida. Es eso también, pero nada de ello constituye su esencia nuclear. Su esencia está constituida por Jesús de Nazaret.…”

La esencia del Movimiento de Cursillos de Cristiandad es, por tanto, Jesucristo, al ser un Movimiento eclesial.

En una apreciación más detallada, Cursillos de Cristiandad basa la esencia de su Carisma en la

Buena Nueva del Amor de Dios. Y, más exactamente, se puede destacar que la esencia de Cursillos es la Buena Nueva de que “Dios me ama”, concretada en la peculiaridad de “la vivencia de lo fundamental cristiano”.

El Amor de Dios, aunque siempre es actual, no es algo de “actualidad”. El Amor siempre es la esencia de Dios. Tanto en el Antiguo Testamento, como del Nuevo Testamento. Dios siempre ha dado muestras de su Amor a las personas. En el Antiguo Testamento su Amor aparece continuamente desde la creación, el Arco Iris, el mar Rojo, el Maná, las Tablas, hasta tantos

“gestos”, cuya traducción reflejan actos de Amor, a pesar de los oprobios y “desprecios” que Dios recibe sucesivamente. Igualmente ocurre en el Nuevo Testamento.

Cristo trae a la tierra una Nueva Alianza. Nueva porque “aclara” más, si cabe, el Amor que Dios nos tiene. (1 Jn, 4, 8 y 16) “Un mandamiento nuevo os doy: amaos los unos a los otros como yo os he amado.” (Jn 13, 34)

Es un amor de persona a persona. Viendo a Cristo en la persona y la persona en Cristo

“Saulo oyó una voz que le decía ¿por qué me persigues?.

Él preguntó ¿quién eres, Señor?

Yo soy Jesús, a quien tú persigues” (Hc 9, 4-5)

Cristo cambia el sentido de la realidad y de los valores. ¡Se puede vivir en amistad! Este es el mensaje de Cristo.

Después ocurre… que pasan 20 siglos en los que se habla de Cristian-ismo más que de Cristo. Se atiende a lo “adjetivo”(actos exteriores llamativos de fe, pasión, sacrificio) más que a lo “nuclear”, a lo sustancial, a lo esencial: el Amor. Se impone la estructura sobre la mística. Se destacaba la “humillación” y el arrepentimiento del hijo pródigo, por encima de belleza de la ternura del amor del padre bueno, abrazando al hijo encontrado.

Con el nacimiento del siglo XX se produce un “resurgir” desde abajo, desde la seglaridad, desde donde las cosas necesitan evidentemente ser sencillas. Se empieza a percibir, nuevamente, el mensaje del AMOR DE DIOS. Y esto, no es nuevo. Solo provoca una manera “nueva” de ver las cosas de siempre, dando a conocer a todos que DIOS NOS AMA.

Así surge el Carisma de los Cursillos, con fuerza y para dar vida.

El Espíritu Santo había lanzado sobre el mundo una ola de esperanza. Y por lo tanto, la esencia de los Cursillos es:

– la realidad del Amor

– la realidad de la Amistad

– la realidad de que Cristo es mi Amigo

– la Buena Nueva de que Dios en Cristo me Ama

II.- Todo mensaje tiene un destino. Ese destino es lo que da sentido al mensaje.

La Finalidad, es “el fin del por qué se hace una cosa”, el destino de la Esencia

La Finalidad del Carisma de Cursillo se dirige a la PERSONA.

Para que todas las mujeres y los hombres del mundo sepan la Buena Nueva de que “Dios en Cristo me ama”. Con la peculiaridad de que, si bien el destino se orienta a todos, de una forma especial se dirige a los alejados. Y este destino se lleva a cabo mediante testimonios de amistad.

Esta finalidad se consigue “Haciendo cristianos para edificar Cristiandad”.

Hacer cristianos es procurar, con toda nuestra fe, “que todos los bautizados sean

– SANTOS, viviendo en Gracia, caminando en línea con la Iglesia

– APOSTOLES, desviviéndose para que Cristo viva en todos

– HOMBRES, con personalidad profunda e incisiva en la normalidad

– DE SU TIEMPO, al ritmo de sus necesidades y exigencias

Edificar cristiandad consiste en “Avivar todo el Cuerpo Místico”

Esta finalidad de Cursillos se orienta a fermentar la vida ordinaria.

Fermentar en un sentido, digamos sencillo, quiere decir deshacerse para crecer.

Ese fermentar, desde la óptica de Cursillos, implica tres tiempos o puntos esenciales: quién, cómo y para quién.

Desde esta perspectiva desde la que hablamos, ese “quien o quienes” que han de fermentar y llevar el fermento somos todos nosotros.

Desde esta perspectiva desde la que hablamos, el “cómo” solo conoce un camino o método: la amistad.

Desde esta perspectiva desde la que hablamos, el para quién, el destino del fermento es la vida ordinaria.

La vida ordinaria, el “destino” del fermento, tiene un “a quién” y un “dónde” muy concretos

Sin duda alguna, es evidente que todas las personas han de saber que Dios les ama. Todas las personas han de disfrutar del amor de Dios. Y dentro de todas las personas del mundo, la atención del Carisma de Cursillos se dirige de forma especial a los alejados. A los que están alejados del Señor.

Más aún, la finalidad de Cursillos consiste en llevar la Buena Noticia del Amor de Dios a los alejados del Señor, pero con una peculiaridad o matiz. Esa peculiaridad o matiz estriba en el “donde”. Y ese “donde”, al que se refiere, es la vida ordinaria, que, en clave de Cursillos no es otro lugar que los ambientes en que cada uno vive.

El fin primordial de cursillos es, pues, crear un mundo de amigos en su sitio.

Es crear un mundo de amigos en su ambiente.

Y el objeto de esta finalidad se puede ver centrado en tres conceptos:

Alejados, Ambientes y Amistad

ALEJADOS.

Alejados son los que no tienen fe o no saben si la tienen, porque viven absortos en cosas que creen importantes, pero que no les llenan.

Alejados son esas personas que no conocen que Dios les ama.

Alejados son los que no están informados, o están mal informados, o están desinformados.

Y están alejados, porque nadie les habló de Dios o porque ellos no quisieron escuchar. O quizás, porque lo que les llegó, no fue en el lenguaje y en el estilo apropiado para ellos. Y como consecuencia, a estos hombres y mujeres les pasa, sencillamente, que no tienen fe, o que no saben si tienen fe, o que no quieren tener fe.

Estas personas viven en sus ambientes y no sabrán nunca que Dios les ama, porque no frecuentan las parroquias o, si asisten, es puntualmente para cumplir con unas “necesidades” sociales: bodas, bautizos, comuniones, funerales,…o por ciertos recuerdos que perduran. Pero no tienen oídos para oír, o no entienden o no quieren entender, o simplemente no quieren oír. Es evidente que no participan en las actividades parroquiales ni viven los sacramentos. Vegetan, espiritualmente, en la “masa” del mundo.

La solución está en ir sembrando y extendiendo el hambre de Dios en el mundo, pero sin proponer ningún medio determinado para saciarla. Solo para su bien

Estos hombres y mujeres se enterarán de la Buena Nueva, sabrán que Dios les ama, solo si alguien va a decírselo. Si alguien va a su círculo cotidiano de vida, a su “masa”.

AMBIENTES

La “masa”, el “sitio”, el “ambiente” es el campo de labor de la finalidad del Movimiento de Cursillos.

Fermentar los ambientes, los rincones de la vida cotidiana, que son el taller, la oficina, el bar, el campo de deportes, la playa, la escuela, la facultad, el taxi, el tren, y todos los lugares de cada puesto que ocupan las personas en su diario y concreto vivir.

Esos hombres y mujeres a los que, a través de un Cursillo, se les ha provocado hambre de Dios, han de permanecer en sus sitios. No se les ha de sacar de sus realidades y llevarles a trabajar en una realidad distinta de la que están, por muy buena que ésta sea.

El Cursillo no es para eso. No. No es eso.

Las personas, hombres y mujeres, que han captado la simplicidad del mensaje, han de permanecer en su realidad, en su mismo ambiente, fermentando Cristianía por medio de la amistad entre los que convive: familia, trabajo, ocio. Lugares donde los sacerdotes no llegan porque su labor tiene otros límites.

En muchas ciudades importantes, suele haber un parque zoológico, donde se suelen tener, enjaulados, algunos animales feroces y salvajes. Es corriente ver leones, panteras, tigres, etc.

Normalmente estos animales, en su forzada reclusión, han ido perdiendo todas sus características peculiares. Y lo que se ve allí es un león, que ya no es león, y un tigre, que ya no es tigre. Tal vez sí fue león, pero en la actualidad ha perdido gran parte de su esencia.

Lo que el Movimiento de Cursillos persigue no es enjaular a nadie en ningún lugar, sino bautizar la selva.

La finalidad del Movimiento de Cursillos de Cristiandad “no se dirige a alimentar las estructuras eclesiales” (Vertebración de Ideas), sino a crear un mundo de amigos, edificando Cristianía, pero en los ambientes naturales.

El Papa Juan Pablo II concreta a los cursillistas la finalidad de Cursillos: “Vuestro Movimiento os pide ser fermento en la “masa” del mundo, …actuando en el mundo”. (Juan Pablo II)

AMISTAD (Testimonio)

Estos hombres y mujeres necesitan que alguien vaya a su ambientes a decirles que Dios les ama.

Solo así lo sabrán.

Los alejados escucharán a quien vaya a decírselo, pero solo escucharán a quien vaya, si se presenta

y actúa con AMISTAD. En acciones desprendidas de egoísmo, … en acciones llenas de amor.

Más aún, estas personas, a las que se dirige la finalidad de Cursillos, necesitan ser amadas como

Dios ama, es decir, tal y como son, no como nosotros quisiéramos que fueran.

Los alejados captan generalmente la identidad entre su ansia de felicidad y la vida de Cristo, si la ven realizada en otros que sean de su ambiente y que les tratan como amigos, porque “el hombre actual escucha más gustosamente a los testigos que a los maestros” (Pablo VI)

La invitación de Jesús, cuando dice «¡Id!», se dirige a TODOS.

“Designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir”. (Lc. 10, 1-12)

Estos setenta y dos discípulos eran probablemente todos los que Él había reunido hasta ese momento, o al menos todos los que le seguían con cierta continuidad.

Los seglares somos los sucesores de esos 72…

Y Jesús los envió de dos en dos, para inculcar la caridad, como distinguió San Gregorio Magno. “En esto conocerán todos que son discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn 13, 35).

La finalidad inmediata de Cursillos es dar conocimiento, convencimiento, vivencia y convivencia de lo Fundamental Cristiano, expandiéndolo en los ambientes, en la “masa” del mundo en donde se vive la vida ordinaria.

Hemos de acercarnos a las personas, dando testimonio de amistad para que se encuentren con

Cristo. Sin pretender sacarlas de su “sitio” para llevarlas a otro. Será el único modo con que podrán recibirnos los alejados.

Hemos de seguir generando amistad entre las personas que nos encontremos en el metro cuadrado móvil en el que el Señor nos ha puesto, para que todos, especialmente los alejados, sepan que Dios nos ama.

Metodología I: PRECURSILLO

“Ven y lo verás” (Jn 1, 46)

El Movimiento de Cursillos es vida viva

No cabe en una definición. No tiene “marco” concreto en el que pueda quedar encuadrada, porque el

obrar con la libertad de los hijos de Dios, desde la humildad de servicios por el Amor de Dios, no

tiene “cercos” que la limiten, ni puede ser encorsetada en formas tradicionales con “ofertas

apostólicas de perfección”, (que nunca interesaron a los alejados), ni mucho menos “enjaulada”.

El Movimiento de Cursillos pretende un acercamiento efectivo nuestro a todas las personas, pero

especialmente a los hombres y mujeres que creen que no tienen fe en Jesucristo o que no saben si

tienen fe en Jesucristo, o que no quieren tener fe en Jesucristo. Un acercamiento nuestro efectivo en

los lugares donde esos hombres y mujeres viven la vida, para que, allí, en su “sitio”, oigan y sepan

que Dios vive y que les ama. Y que Jesucristo puede solucionar todos los problemas Cristo, para

llegar a los hombres, no se hace estructura. Se hace hombre, persona, y vive la vida en la calle, en

los ambientes.

Cursillos de Cristiandad se define como un movimiento que, mediante un método propio de amistad,

intenta, desde la Iglesia, que las realidades de lo cristiano se hagan vida en la singularidad, en la

originalidad y en la creatividad de cada persona.

La palabra MÉTODO procede de los vocablos griegos metha (más allá) y odos (camino), significa

literalmente camino o vía para llegar más lejos. Hace referencia al medio para llegar a un fin. En su

significado original, esta palabra nos indica que el camino conduce a un lugar.

El Método de Cursillos, el camino de cursillos para dirigirse a la meta, es la amistad entre personas.

Nada más. No caben otras “fantasías”. Hacer amigos, hacerse amigos y hacerles amigos de Cristo.

Cursillos pretende, mediante la amistad, lograr el fin específico de hacer llegar a todos,

especialmente a los alejados, la Buena Noticia de que Dios, en Cristo, está vivo y les ama.

Sugiriendo a todos que hagan experiencia personal de ese anuncio. Invitando a todos a la propuesta

de Felipe “Ven y lo verás” (Jn 1, 46) . Cursillos propone hacer el camino en compañía con los

amigos.

En el Método de Cursillos de vivir y alumbrar amistad se distinguen tres tiempos, o tres elementos

básicos: el Precursillo, el Cursillo y el Postcursillo.

Estos tres elementos, como planos que se establecen en las relaciones de amistad entre las

personas, se unen íntimamente entre sí, como un movimiento circular. Esta circunvalación al

unísono, viene provocada porque el precursillo genera el cursillo, el cursillo genera el postcursillo y,

a su vez, el postcursillo genera el precursillo.

La unión íntima del Precursillo con los otros dos elementos del Método se concreta en que el cursillo

es la finalidad del precursillo y, a su vez, el precursillo es una labor y objetivo del postcursillo.

Cada uno de los tres tiene una importancia igual, dentro del Método, sin que deba ni hacerse ni

darse comparación de importancia entre los mismos.

El PRECURSILLO es el primer tiempo del Movimiento de Cursillos y corresponde al plano de nuestro

entorno o de los demás. Es un plan apostólico con el objetivo ÚNICO de la eficacia en las almas.

Apóstol significa enviado con una misión y la misión apostólica del PRECURSILLO es la de ser testigo

ante los demás de lo que se ha llegado a descubrir: la Buena Nueva del Amor de Dios. La eficacia en

las almas se afirma como contraposición a eficacia en obras, física o económicamente mensurable.

Este elemento o espacio de tiempo del Método de Cursillos, el precursillo, comprende un proceso de

selección y de preparación, con la santa intención de que el cursillo produzca una buena y

abundante cosecha. Que la cosecha sea buena y abundante depende, en primer lugar, de los planes

del Señor y de la libertad de cada uno de los hijos de Dios. Pero es de una importancia esencial la

labor del sembrador. El sembrador ha de preparar el terreno y cuidar de la semilla.

La semilla sembrada solo puede nacer y crecer con vida si cae en terreno fértil.

Cuando se habla del Precursillo, normalmente se piensa en las personas que pueden, que no deben

o que deben de vivir la experiencia de los tres días del cursillo. Pero el primer punto de reflexión

sobre el Precursillo se dirige a las personas que los invitan (los padrinos) a vivir la experiencia del

cursillo y al grupo de dirigentes que estarán sirviendo en el cursillo. El testimonio del que lo invita y

la labor de los dirigentes del cursillo son como la del sembrador.

Es esencialmente importante en el Precursillo el testimonio del que los invita (padrinos) y la

preparación de los dirigentes que lo organizan. Tanto los padrinos como los dirigentes han de tener

una firme convicción de que el Cursillo tiene por objetivo contagiar el gozo de la fe. Pero nos es

conocido que solo se puede contagiar la fe que se vive, porque nadie da lo que no tiene y, además,

«quien no está convencido ya está vencido» (Eduardo Bonnín). Esa preparación se basa,

esencialmente, en la oración y en el estudio.

Un padrino y un dirigente han de ser cristianos, que es actualizar a Cristo.

Un padrino y un dirigente, si pretenden hacer cristiandad han de ser apóstoles. Se es apóstol

“realizando en su vida el ansia redentora de Cristo. Desviviéndose para que Cristo viva por la Gracia

en todos” . Ha de volcarse: “Ir dando a Cristo, limpiamente, todo lo que se tiene, a medida que se

va teniendo”. Para ello hemos de conocer a Jesús de cerca. La amistad, conocer verdaderamente al

otro, requiere cercanía. «La oración es dejar hablar a Dios», repetía Eduardo Bonnín.

Los apóstoles estuvieron con Jesús, o sea, compartieron su vida con Él y, así, aprendían no solo el

comportamiento, sino, ante todo, quién era Él realmente.

El padrino y el dirigente de Cursillos han de tener conocimiento del Evangelio, en primer lugar, por el

hecho de ser el principal testimonio de la vida y la enseñanza de Jesucristo. El padrino y el dirigente

de Cursillos han de tener conocimiento, además, del Carisma del Movimiento por el que hemos

optado seguir a Jesucristo.

Solo así, con estos conocimientos, se podrá hablar de “la” verdad de las enseñanzas que hemos

recibido.

Con ese conocimiento se podrá anunciar la Buena Nueva, provocando hambre de Dios a todos las

personas, especialmente a los alejados.

Con ese conocimiento se podrá provocar la amistad de la Reunión de Grupo y de la Ultreya a todas

las personas, especialmente a los alejados.

El Grupo de Dirigentes, durante el precursillo, tiene, además, la misión de hacer una selección de las

personas que pueden ir al Cursillo

Se ha de partir de que cualquier hombre o mujer, en circunstancias normales, puede vivir la

experiencia de un cursillo. No cabe discriminación alguna, de ningún tipo: ni de edad, ni de clase

social, ni de situación, ni de profesión, ni …DE NINGÚN TIPO. La llamada es universal. En el

banquete del Reino nadie está excluido. Los buenos para crecer en su bondad y los pecadores para

que abandonen los caminos anchos y encuentren el camino estrecho que conduce a la vida.

No obstante es necesario elegir siempre lo mejor, porque se ha de considerar mal hecho aquello que

estando bien, pudiera estar mejor

Al seleccionar las personas a quien se invite a vivir los tres días de un cursillo se ha de tener en

cuenta que esa persona tenga personalidad para encontrarse consigo misma. Por ello, en su caso,

deben asistir los hombres y mujeres que tienen carácter y decisión, los que son vértebras y

locomotoras, en lenguaje de cursillos.

Al seleccionar las personas a quien se invite a vivir los tres días de un cursillo se ha de tener en

cuenta que esa persona se encuentre en el momento y en las circunstancias para el triple encuentro

con él mismo, con Cristo y con los hermanos. Por ello, en su caso, deben asistir los hombres y

mujeres en situación de singularidad como persona. En situación de libertad en tiempo y espacio,

para mantener una relación cara a cara con Dios.

Al seleccionar las personas a quien se invite a vivir los tres días de un cursillo se le ha de decir la

verdad mediante gestos de amistad. Por ello, en su caso, deben asistir los hombres y mujeres que

tengan hambre de satisfacer sus inquietudes.

Al seleccionar las personas a quien se invite a vivir los tres días de un cursillo se ha de tener en

cuenta que esa persona, una vez vivido el mensaje del Cursillo sea apto para comunicarlo a los

demás. Por ello, en su caso, deben asistir los hombres y mujeres que tienen posibilidad de ser

apóstoles.

El precursillo no debe ser un anuncio de la Buena Nueva como una teoría. No es objetivo del

Precursillo “llevar” a alguien a un cursillo, sino llevar a alguien a un cursillo para que “conozca” a

Jesucristo.

El momento del Precursillo el padrino y el dirigente han de vivirlo como lo vivió Felipe

inmediatamente después de que Jesús le invitara a seguirle. Lo primero que piensa Felipe es

compartir el regalo recibido con su amigo Natanael. Fue en su busca y le dice: “Hemos encontrado a

Jesús”. Como Natanael no comprendía claramente, Felipe no lo duda y, con la garantía de la

amistad, coge a su amigo y le dice: “Ven a verlo”. La amistad entre ambos facilitó a Natanael su

encuentro con el Hijo de Dios y pudo saber del Amor que nos tiene.

Metodología II: CURSILLO

Ningún hombre, ninguna mujer se conoce mientras no se ha encontrado con Dios.

El cursillo es un curso abreviado e intenso de tres días de oración, de estudio y de convivencia.

El cursillo es, ante todo, la vivencia de lo fundamental cristiano, en convivencia caritativa y

apostólica. En el cursillo se convive con Dios, por la oración, con la Iglesia a través de los dirigentes

y con el mundo, con los demás cursillistas. El cursillo es el hallazgo de la propuesta de “Ven y

verás”, que el padrino hizo al aspirante. La realidad del triple encuentro con uno mismo, con Cristo y

con los hermanos.

El método de Cursillos no surgió al azar, ni fue producto de laboratorio, ni la consecuencia de una

exaltación emocional. El método del cursillo, en la peculiar convivencia durante tres días, en régimen

cerrado y aislado, fue rezado, pensado, planeado, estudiado y estructurado minuciosamente. La

convivencia durante tres días fue vivida y experimentada durante cinco años, desde Cala Figuera,

alcanzando la plenitud en el cursillo de San Honorato.

Un sistema novedoso, dentro de la metodología, en cuanto a la introversión en el yo íntimo y la

conexión con el Espíritu. Sistema que ha merecido los mejores elogios de grandes innovadores en la

educación, como Guillermo Estarellas, así como de especialistas en psicología, muchos de ellos

“alejados” de la Iglesia.

Se indicó que en el Método de Cursillos de vivir y alumbrar amistad se distinguen tres tiempos, o

tres elementos básicos: el Precursillo, el Cursillo y el Postcursillo.

Estos tres elementos, como planos que se establecen en las relaciones de amistad entre las

personas, se unen íntimamente entre sí, como un movimiento circular. Esta circunvalación al

unísono, viene provocada porque el precursillo genera el cursillo, el cursillo genera el postcursillo y,

a su vez, el postcursillo genera el precursillo.

La unión íntima de estos tres elementos del Método se concreta en que el cursillo es la finalidad del

precursillo y, a su vez, el precursillo es una labor y objetivo del postcursillo. Cada uno de los tres

tiene una importancia igual, dentro del Método, sin que deba ni hacerse ni darse comparación de

importancia entre los mismos.

El CURSILLO es el segundo tiempo del Movimiento de Cursillos. Este tiempo no es una espiritualidad,

sino un método para posibilitar cualquier espiritualidad, para posibilitar lo espiritual auténtico, como

se indica en Vertebración de Ideas. Corresponde al plano de interrelación, o sea, el de las relaciones

con quienes nos acompañan en la vida, nuestros compañeros, prójimos o próximos; expresa la

proximidad sin identificación.

Es un plan apostólico con el objetivo ÚNICO de aproximación de la persona para que quien vive los

tres días del cursillo pueda tener un triple encuentro: con él mismo, con Cristo y con los hermanos.

Este itinerario de encuentros es la trayectoria secuencial de los rollos seglares del cursillo:

«El hombre puede ser más y mejor (Rollo Ideal), puede serlo donde está (Seglar en la Iglesia) si

descubre su corazón, con espontaneidad (Piedad), si asume su inteligencia con convicción (Estudio),

si orbita su voluntad con decisión (Acción) y su persona en su globalidad (Dirigentes); si acepta que

su realidad está integrada por personas (Estudio del ambiente) a las que puede ayudar (Cristiandad

en acción), siempre que se realice de una forma personal (Cursillista más allá del cursillo) en

amistad (Reunión de Grupo y Ultreya)». (Cursillos de Cristiandad. Manifiesto)

Ningún hombre, ninguna mujer se conoce mientras no se ha encontrado con Dios. Y el cursillo es un

vehículo para acercarse a Dios; es un vehículo que provoca el encuentro con Dios.

El cursillo, desde el método de Cursillos de Cristiandad, es una reunión de hombres o una reunión de

mujeres, en régimen cerrado y aislados de su vida cotidiana durante tres días, en los que se intenta

explicar las ideas necesarias sobre la realidad de ser cristiano desde la vivencia de los fundamental

cristiano, dándolas a conocer con alguna posibilidad de eficacia a través de un método de testimonio

y palabra, en un ambiente de amistad.

Se pretende la conversión de la persona, para que ésta provoque la conversión del círculo social

humano que le rodea en su metro cuadrado móvil en el que vive. Esto se consigue, desde la gracia

de Dios y la libre opción de la persona, por la proclamación del mensaje y el conocimiento de la

psicología y la metodología usadas, a través de un equipo formado por dirigentes seglares y

sacerdotes y la palanca que representa la oración de toda la comunidad.

Los 3 días de Cursillos, sirviéndose de los rollos y los contactos personales de sondeo, estoque y

animación, se dirigen esencialmente a conseguir un íntimo triple encuentro de personas con

inquietud de encontrar el gozo de la fe. Mediante los rollos místicos se pretende provocar hambre de

la vida en Gracia. Mediante los rollos seglares se pretende ofrecer testimonios vivos de que es

posible la realidad de que el hombre y la mujer pueden llevar una vida en Gracia en el mundo donde

el Señor les ha puesto, en su concreto mundo familiar, laboral y de ocio.

En primer lugar, se pretende que la persona que asiste a un cursillo se vea a sí mismo, como es.

Que sepa si realmente dirige su vida hacia donde quiere, que se descubra a sí mismo y que acepte

sus capacidades y limitaciones para vivir y convivir en amistad. Si el encuentro consigo mismo no se

produce no se pueden dar los otros encuentros porque no parte de su realidad verdadera.

El segundo paso ofrece al cursillista el planteamiento de la posibilidad de una vida con Cristo. Pasar

de un Cristo lejano y olvidado para la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, a un

Cristo vivo, normal y cercano.

La esencia del tercer día estriba en hacer consciente al cursillista de que todo ello, la vida en Gracia

y la cercanía de Cristo, es una realidad posible al regresar a los ambientes en el mundo nuestro. Una

realidad posible, viviéndola entre las personas con las que frecuentamos directamente y, también,

con las que nos rodean en general. Una realidad posible sostenible, testimoniando cristianismo.

Los pasos del cursillos, no obstante, no son una fórmula matemática que se desarrolla de forma

sucesiva y exacta en cada uno de los asistentes. Los rollos y las meditaciones de cada uno de los

tres días están orientados a provocar cauces apropiados para adentrase en los tres campos. Pero

cada persona, en el descubrimiento de la luz de su fe, reacciona a los impactos en su momento y en

su día. Dentro de los tres días del cursillo se presentan numerosos detalles, con valor suficiente cada

uno en concreto para poder ser el detonador que active en el cursillista el encuentro con lo

fundamental cristiano: la oración, el Sagrario, las palancas, la alegría, la amistad, ….

En palabras de Eduardo Bonnín, «los cursillos, por su misma naturaleza, han de ir al fondo de la

persona, a lo más interior e íntimo de sí misma, no a sus circunstancias concretas que le envuelven,

si es casado, soltero, practicante o indiferente etc.. No tiene que haber nada que le desvíe de la

diana a que se debe apuntar. El encuentro tiene que ser con Cristo y la persona, cara a cara, de tú a

tú y a eso tiene que ir enfocado todo; la existencia inevitable de un magnetismo de género o la

presencia condicionante de algún testigo cualificado por relación profesional, familiar o de pareja, lo

imposibilita. La reacción tiene que ser personal, radical y auténtica. No tiene que haber nada que

impida o dificulte esta radicalidad, perplejidad y entusiasmo, que causa en la persona el CREER de

verdad y en serio que Cristo le ama. Como en el cursillo se descubre una nueva dimensión mucho

más profunda que la fe normal, no es la misma cuando la persona es observada por otra que está

pendiente de su reacción. Por esta razón los cursillos no deben ser mixtos (hombres y mujeres

juntos), así como tampoco no es de ninguna manera conveniente que vayan a un mismo cursillo

juntos padre e hijo, madre e hija o dos hermanos o hermanas, o Jefes y subordinados o un

matrimonio. Si van mujeres y hombres juntos, ninguno se porta como se portaría si fueran por

separado. Cristo busca a la persona, no a lo que le envuelve». (Mi Testamento Espiritual – Eduardo

Bonnín Aguiló)

La misma orientación queda ratificada por el P. Jordi Girau: “…como es bien sabido desde siempre en

Cursillos, la franqueza y profundidad de comunicación que se da entre cursillistas del mismo sexo

favorece la eficacia, la intensidad y el fruto del cursillo.” (PROA nº 1. pág. 6. Enero 2002.

Secretariado Diocesano de Cursillos de Cristiandad de Madrid.)

El método del cursillo no es un camino cualquiera, sino que ha sido pensado meditado rezado y

experimentado. El cursillo tiene que ser fiel al método, aplicar los distintos recursos del mismo

sabiendo el por qué, el para qué y el cómo de ellos. Todo esto, que es tan sencillo y claro y que ha

dado tan buenos frutos en tantas personas, cambiando para bien sus vidas, haciéndolas más

cristianas y más humanas, no se ha de tergiversar con el deseo de actualizarlo o ponerlo al día, ni

por la originalidad de añadir cosas innecesarias, que no harán más que complicar la santa

simplicidad de lo pretendido, como dijo y repitió Eduardo.

La pretensión de aplicar el método del cursillo, abreviando la duración del mismo, destinado solo a

determinadas edades y mezclando hombres y mujeres, será un “algo”, será un algo muy bueno,

será lo que sea, pero nunca será un cursillo bajo el método de los Cursillos de Cristiandad.

Metodología III: POSTCURSILLO

REUNION DE GRUPO Y ULTREYA

“Deseo veros…para consolarme con vosotros por la mutua comunicación de nuestra común fe”

(Rom. I, 11-12)

El cursillo se hace para vivir el cuarto día, para cristalizar en la vida de cada uno lo que se ha vivido en los tres días del cursillo. Para vivir desde lo fundamental cristiano, en convivencia caritativa y apostólica.

Se ha indicado que el Método de Cursillos distingue tres tiempos, o tres elementos básicos: el

Precursillo, el Cursillo y el Postcursillo. Se reitera que estos tres elementos, como planos que se establecen en las relaciones de amistad entre las personas , se unen íntimamente entre sí, como un movimiento circular, provocado porque el precursillo genera el cursillo, el cursillo genera el postcursillo y, a su vez, el postcursillo genera el precursillo. El POSTCURSILLO es el tercer tiempo del Movimiento de Cursillos, en clave de hacer realidad continua y progresiva el triple encuentro provocado en el cursillo.

La finalidad del Postcursillo es “momentalizar” a Cristo. Intentar que la vela que Cristo, mediante el cursillo, colocó en el centro del metro cuadrado móvil de cada uno de nosotros permanezca encendida y alumbre a los demás, especialmente a los alejados, en cualquier punto de todos los ambientes en los que vivimos.

Desde el Rollo inicial del cursillo se habla de la oferta que nos hace el Señor de vivir en Gracia.

Durante los tres días del cursillo, se repite que vivir en Gracia es posible. En el último Rollo del cursillo se ofrece un Seguro Total de amistad, para garantizar la posibilidad de vivir en Gracia en el mundo durante el cuarto día, saboreando que la vida es bonita, que la gente es importante y que vale la pena vivir. El contenido de este Seguro Total se presenta, desde la amistad, por medio de dos vías o polos: el polo personal y el polo social que tienen las personas. Del polo personal cuida la Reunión de Grupo y el social se va consiguiendo asistiendo a la Ultreya.

LA REUNIÓN DE GRUPO

…donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20)

Se cuenta que un personaje importante conversaba con otro personaje muy importante, también.

En la conversación salió el tema de cursillos y el segundo personaje comentó con el primero que, si bien era cursillista, era un mal cursillista “porque no hago Reunión de Grupo”. El personaje primero le contestó: “Le comprendo perfectamente, señor, pero, dadas las características de su situación, no ha de estar preocupado porque, para ser un buen cursillista, no hace falta hacer Reunión de Grupo”.

Esta conversación ofrece un resultado con calificación de “mal” y de “bien”

¡Qué bien entendió el cursillo el segundo personaje importante y lo mal que había captado el mensaje de Cursillos el segundo personaje importante!

La reunión o relación es un instinto natural de cada una y todas las personas.

Todas las personas buscan compañía para cualquier acto o actividad tanto sencilla como profunda, positiva o negativa. Todas las personas buscan relacionarse de alguna manera, ofertándose en el mundo un amplio abanico de relaciones. Pero, desde los valores del mundo, es difícil encontrar una relación “auténtica”. Solo desde el Evangelio se encuentra una auténtica relación entre las personas.

Jesucristo ofrece al mundo la relación por amistad y nos invita a relacionarnos como personas en amistad.

En esta relación de amistad entre las personas se fundamenta el Método de Cursillos para dar vida a la esencia y finalidad de su Carisma. La referencia es a una amistad tan pura que va siempre a fondo perdido y adquiere su dimensión más esencial en la Reunión de Grupo.

La Reunión de Grupo, con este propósito y esta motivación, se convierte en el nervio del postcursillo, comparada, incluso, como la “piedra angular” del MCC

La Metodología de Cursillos ofrece dos tipos de Reunión de Grupo

— con quien “quieres”: donde se comparte lo que se vive, por ser amigos

— con quien “debes”: donde se comparte lo que se convive, por ser cristianos, por vivir en un mismo ambiente, para compartir esa vivencia.

La Reunión de Grupo personal o con quien “QUIERES”, es la unión de unas personas “por” amistad.

La Reunión de Grupo es la amistad llevada al terreno de lo trascendente, convertida en una gracia actual permanente, o en un sucesión de gracias actuales en nuestra vida.

La Reunión de Grupo es compartir en particular lo que cada uno vive en su zona, en su área, en su ambiente. Compartir lo que se vive desde el amor a Dios y amor al prójimo.

Es poner en común, semanalmente, lo que cada uno de los componentes vive por separado en su ambiente, para que el otro lo escuche de verdad, lo asuma y lo incorpore a su vida, porque todo lo bueno, cuando se comparte, se multiplica.

Esto tan sencillo y claro y que ha dado tan buenos frutos en tantas personas, no se ha de tergiversar con la buena intención de actualizarlo, ni se le ha de añadir cosas innecesarias. La Reunión de Grupo es lo que es.

El funcionamiento de una Reunión de Grupo exige una técnica determinada y precisa, corroborada por la experiencia. Si bien no tiene que imponerse como una regla fija, no ha de quedar, tampoco, al arbitrio de los componentes. Se ha de partir, para entender bien la Reunión de Grupo, que lo más importante no es la Reunión, sino el Grupo. El Grupo de amigos.

– El número de componentes no ha de ser inferior a 3 ni superior a 6, para que todos y cada uno conserve su personalidad, opinando y siendo un miembro activo de la Reunión.

– La selección de los componentes de una Reunión de Grupo ha de partir del criterio de una absoluta libertad de que cada cual elija su Reunión de Grupo. Puede componerse entre compañeros del mismo Cursillo, así como por personas de diferentes cursillos, que se elijan por cualquier afinidad.

– Ha de regir en una Reunión de Grupo, como nota muy importante el principio de estabilidad sin vínculo. Porque la Reunión de Grupo es con quien “quieres”, no se puede “vivir” una Reunión de Grupo sin amistad total.

– Es muy importante fijar el lugar, el día y la hora de la celebración de la reunión, desde la libertad de criterio y mediante acuerdo de los componentes. Cualquier sitio y cualquier hora de cualquier día sirve para poder celebrar la Reunión de Grupo. Actuando con criterio de flexibilidad ante determinadas circunstancias.

– Cada componente debe aportar a la Reunión de Grupo, en la medida de sus fuerzas, todo lo que tenga de “mejor”: ilusión, entrega y espíritu de caridad.

Al igual que exige una técnica determinada, requiere un esquema a seguir.

La Reunión de Grupo tiene un Orden del Día que no debe ser trastocado. Cuando se introducen cambios modificando su estructura, será muy bueno lo que resulte, pero no será la Reunión de

Grupo de Cursillos.

Este método se concreta en cuatro pasos:

  1. Invocación al Espíritu Santo por uno de los miembros, al empezar, para tomar conciencia de que lo que está empezando es cosa seria.
  2. Exposición de cada uno de los miembros a los demás de los actos más significativos que ha realizado durante la semana, en relación a:

– La Hoja de Servicios, aquel compromiso de honor que hicimos con Cristo el día de nuestro Cursillo.

– El momento más cercano de Cristo durante la semana.

– El éxito apostólico que haya habido en la relación con los hermanos, teniendo presente que el éxito no es más que la respuesta personal al mandato del Señor de “id y dad fruto” (Jn, 15,16)

– El fracaso apostólico, porque las cosas no hayan salido como se pensaba, por la imperfección humana o por la desgana y falta de fe.

  1. Plan apostólico personal y colectivo.

Lo que cada uno se propone vivir en la semana que se inicia, intentando “momentalizar a Cristo”, haciendo vida en nuestra vida al Evangelio.

Además de la aportación personal, puede haber un plan de una acción comunitaria, algo que puedan vivir todos juntos.

  1. Se finaliza rezando el “Padre nuestro” por todas las intenciones, personales o comunitarias, y dando gracias al Señor por iniciar una nueva semana.

En la Reunión de Grupo todos y cada uno participan de las aportaciones de sus componentes mediante la comunicación de bienes, a la que se refiere San Pablo cuando escribe que “si padece un miembro, con él padecen todos los miembros; y si un miembro goza, con él todos gozan” (I Cor. 12,26).

– Es necesario destacar las características de Regularidad, Seriedad, sigilo y sinceridad. Son características, sin las que la Reunión de Grupo difícilmente puede perdurar. La falta de alguna de las cuatro repercutirá en la propia existencia de la Reunión de Grupo.

– Así mismo, es necesario la disposición a rechazar lo “extraño”. A la Reunión de Grupo le pasa igual que a los Cursillos: al tratarse de un método muy sencillo, a muchos les puede parecer frágil y por ello retocan indebidamente las piezas del método, adaptándolas “al gusto” e introduciendo “novedades” como lecturas del Evangelio o de algún texto “pío”, fundamentando la acción en la adecuación a una Nueva Evangelización.

La Reunión de Grupo con quien “DEBES” o con quien “CONVIENE” se motiva en la convivencia de determinadas situaciones comunitarias.

— El equipo de dirigentes que se elige para un cursillo, hace Reunión de Grupo para que cada uno conozca mejor su cometido y para templar el espíritu y el criterio antes del cursillo.

— El Secretariado, es una Reunión de Grupo, como parte organizativa y puramente funcional de

Cursillos

— En la Escuela las vértebras de un mismo ambiente se juntan para impulsar la Ultreya y del

Precursillo.

— En la Ultreya se hace Reunión de Grupo para convivir y conocer a los hermanos que caminan juntos como cristiandad en acción.

 

ULTREYA

“estaban reunidos todos en un mismo lugar” ”(Hechos 2, I)

¡Ultreya!, es palabra de invitación a construir comunidad y caminar siempre “más allá”, contagiando la alegría de Jesucristo a los demás en los diversos ambientes de la vida.

La Ultreya es la fiesta de la comunidad que celebra la realidad de personas diferentes en comúnunión, conviviendo su experiencia cristiana con todos.

La Ultreya es la reunión de las Reuniones de Grupo donde se produce el contacto entre hermanos que viven y se desviven por vivir lo fundamental cristiano en su vida.

Es el lugar donde se ha de vivir lo que se dijo en el Cursillo.

Es el lugar donde todos han de desvivirse por los demás, como se dijo en el Cursillo, convirtiendo la Ultreya en un oleoducto de Gracia, en el que cada uno de los asistentes es semejante a un trozo de tubo para ensamblarlo con otro y con otro, hasta conseguir que la gracia pase de unos a otros.

La Ultreya se desarrolla en tres actos: Un primer momento de Reunión de Grupo entre personas, de 3 a 6, preferentemente diferentes en cada Ultreya, donde se comparten las vivencias de cada uno con los demás. Un segundo, en el que un componente de la comunidad da testimonio ante todos de su realidad de vida, de su participación en el Proyecto del Evangelio. Se termina ante el Señor, dando gracias por todo y pidiendo su protección para todo y para todos.

En esta sencillez de fiesta no caben otras celebraciones. No cabe destinar la Ultreya como lugar de predicación, de información o de control. La Ultreya no debe mezclarse con otros actos que, siendo en sí muy buenos, tienen su lugar y ocasión en otros lugares y ocasiones.

La finalidad de la Ultreya es animar a vivir la Fe, posibilitando que lo mejor de cada uno llegue a los más posibles, mediante testimonios personales, para que cada persona se sienta amada, comprendida, ayudada y admirada.

La Ultreya es la ocasión en que la vida entra en la Ultreya y el momento en que la Ultreya entra en la vida, quitando miedos a quien los tenga y haciendo brotar compresión y confianza para vivir en gracia y dar testimonio del Amor de Dios en los ambientes por los que se mueva el metro cuadrado en el que cada uno vive.

¡Solo eso! y ¡Nada menos que eso!

Como siempre, nos despedimos rogándole a Nuestro Señor que nos mantenga unidos en su amor y amistad.

Estructura: Secretariados y Escuela de dirigentes

“Que la organización no acabe con la mística” (Eduardo Bonnín a Cardenal Pironio)

Los Cursillos de Cristiandad son “espíritu” y se mueven en un plano espiritual, para provocar

“hambre” de Dios. Las cosas del Espíritu se mueven en plano de unidad de servicio.

El cursillo se hace para vivir el cuarto día, desde lo fundamental cristiano, en convivencia caritativa y apostólica.

Se ha indicado que los tres tiempos o momentos básicos en los que se distingue el Método de

Cursillos – Precursillo, Cursillo y Poscursillo-, son como planos que se establecen en las relaciones de amistad entre las personas, y que se unen íntimamente entre sí, como un movimiento circular, provocado porque el precursillo genera el cursillo, el cursillo genera el poscursillo y, a su vez, el poscursillo genera el precursillo. Que la finalidad del Poscursillo es vivir y convivir lo fundamental cristiano dentro del metro cuadrado de cada una de las personas. Intentar que la vela que Cristo, mediante el cursillo, colocó en el centro del metro cuadrado móvil de cada uno de nosotros permanezca encendida y alumbre a los demás, especialmente a los alejados, en cualquier punto de todos los ambientes en los que vivimos. Que, el Seguro Total de amistad, para garantizar la posibilidad de vivir en Gracia en el mundo durante el cuarto día, se presenta, desde la amistad, por medio de dos vías o polos: el polo personal de la Reunión de Grupo y el polo social de la Ultreya.

Si bien Cursillos es un “espíritu”, su vivencia en el mundo necesita una estructura organizativa, porque el desarrollo y el crecimiento en el mundo de ese “espíritu” exige el servicio de unos organismos que se ocupen de salvaguardar su esencia y finalidad.

La esencia y finalidad de la estructura organizativa del “espíritu” de Cursillos, en definitiva, se concreta en una sola función: servicio.

Esa función se desarrolla a través de la figura de los secretariados y de las escuelas de dirigentes, ambas con una íntima conexión y una vinculación común de servir a Cursillos en tareas específicas.

Aunque los instrumentos de que se componen son humanos, en todo momento se ha de tener en cuenta que Cursillos de Cristiandad no es una organización mercantil.

El Secretariado de Cursillos es un organismo de servicio cuando dedica su actividad a simplificar, facilitar y posibilitar la vivencia de lo Fundamental Cristiano en cualquier punto de todos los ambientes en los que vivimos y nos desenvolvemos.

La estructura esencial del Cursillos, el prioritario y fundamental secretariado de Cursillos es el secretariado diocesano. Por la necesidad de una conexión y colaboración entre los Secretariados Diocesanos nace el Secretariado Nacional.

El mismo fundamento de conexión y colaboración entre los Secretariados Nacionales, da oportunidad a la existencia de Grupos Internacionales y a la creación del Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad.

La Escuela de Dirigentes desarrolla la función de servir a Cursillos, en íntima conexión y vinculación común con el Secretariado, para simplificar, facilitar y posibilitar la vivencia de lo Fundamental Cristiano en cualquier punto de todos los ambientes en los que vivimos y nos desenvolvemos.

La Escuela de Dirigentes concentra su finalidad, básicamente, en cuatro puntos:

1.- Impulsar y encauzar las inquietudes de los cursillistas.

2.- Dar sentido, contenido, eficacia, clima y vida a la Ultreya

3.- Facilitar la teoría y la práctica de Cursillos a quienes componen la Escuela.

4.- Impulsar y aumentar el nivel de crecimiento espiritual de sus componentes.

Los componentes de un Secretariado y de una Escuela de Dirigentes no son ejecutivos de una “torre de mando”. Ellos han de desarrollar esa función solo para dar un servicio.

El principio práctico en un Secretariado y en una Escuela de Dirigentes no ha de ser el de actuar como un “parlamento democrático”.

Lo esencial y la finalidad de lo “espiritual”, como es lo esencial y la finalidad de Cursillos, vive en la pretensión única de todos. Lo esencial y la finalidad de lo “espiritual” no se impone, ni se somete a la suma de unos votos. Los votos son el cobijo de quienes quieren mando e imposición.

El Secretariado y la Escuela de Dirigentes de Cursillos han de ser organismos con una estructura mínima para el ejercicio de lo fundamental, porque “el exceso de organización mata la vida”

Es característica determinante y esencial en el Secretariado y en la Escuela de Dirigentes que la estructuración ha de estar al servicio de la autenticidad del contenido y objetivos de Cursillos, o sea, de la vivencia de lo Fundamental Cristiano producida por el “encuentro” del cursillo y potenciada por el desarrollo posterior.

Porque no hay siervos, sino amigos, porque no hay personajes, sino personas… porque se escucha mejor a los discípulos…

Ni lecciones, ni maestros, ni órdenes, ni mandos… solo SERVICIO

“MI TESTAMENTO ESPIRITUAL”: Eduardo Bonnín

Todo lo que se ha venido exponiendo en capítulos anteriores sobre el Carisma del Movimiento de Cursillos de Cristiandad se desprende del tan trascendente como esencial documento, “MI

TESTAMENTO ESPIRITUAL”, que Eduardo Bonnín otorgó en los últimos días de su vida terrenal para conocimiento de todos. Del mismo se ofrecen estas páginas en resumen.

«Aquella idea que se nos metió en el alma cuando teníamos 20 años, no era una quimera, ni un capricho de juventud, ni una exaltación propia de la edad, sino un plan del Espíritu de Dios»

(Eduardo Bonnín. Roma 2000)

 

“MI TESTAMENTO ESPIRITUAL” Eduardo Bonnín

(Resumen)

El conocimiento del Movimiento de Cursillos de Cristiandad es el más importante de los bienes que poseo y creo que lo mejor que puedo legar a los que vengan después de mí, es dejar escrito y pormenorizado en qué consiste, cual es su finalidad y cuáles son los objetivos que debe perseguir dicho Movimiento, que no es sino tratar de conseguir que la Buena Nueva del Evangelio, llegue a los más posibles, y preferentemente a los más alejados.

La idea germinal de Cursillos nació del choque que se produjo en mí, al enfrentarse en mi persona la educación que había recibido en el hogar familiar, con el que se vivía en el cuartel, cuando me incorporé, a mis 18 años, al servicio militar, que duró 9 años. Allí se valoraban y se vivían unos valores completamente diferentes y opuestos a los que habían sido para mí norte y guía desde mi juventud.

Los más tenían un concepto errado y temeroso de la religión. Para ellos la religión era una serie de prohibiciones que les obstaculizaban su vivir y que les impedían emplear a su antojo la libertad de que podían disfrutar, especialmente entonces al vivir lejos de su entorno familiar. Por la noche, a la vuelta al cuartel, eran en extremo interesantes sus conversaciones, todas ellas casi siempre girando alrededor de sus frecuentes incursiones en los ambientes de vicio. Traté de saber cómo era la gente y de profundizar en lo nuclear del cristianismo. Mis ganas de leer se centraron en los libros cuyos autores estaban en la cresta de la ola de lo cristiano: Hugo y Karl Rahner, el P. Plus, el matrimonio Maritain, Leon Bloy, Van der Meer de M., Gustave Thibon, Eric Fromm, Jacques Leclerc, etc.

Llegó a mis manos un libro titulado «S.S.Pio XII y la Acción Católica», donde dice textualmente, «De este doble aspecto de su pueblo es deber del párroco formarse una rápida y ágil mirada un cuadro claro y minuciosamente detallado, diríamos topográficamente, calle por calle, es decir, por un lado, de la población fiel y señaladamente de sus miembros más elegidos, de los que pudiera sacar los elementos para promover la Acción Católica; y por el otro, de los grupos que se han alejado de la práctica de la vida cristiana. También éstas son ovejas pertenecientes a la parroquia, ovejas descarriadas; y también de éstas y aún de ellas particularmente, sois guardianes responsables, dilectísimos hijos; y como buenos pastores no debéis esquivar trabajo ni esfuerzo para buscarlas, para ganarlas de nuevo, ni concederos reposo hasta que todas encuentren asilo, vida y alegría, en el retorno al redil de Jesucristo». (Discurso a los párrocos y cuaresmeros de Roma, 6 Febrero 1940).

Este escrito me llevó a la resolución de que lo más importante para empezar era poder contar con un «detallado estudio» de la situación dada, conclusión que me llevó a estudiar cada una de las constelaciones de individuos existentes en mi mundo y en la Iglesia que yo conocía.

Después también me pareció necesario observar cada una de las individualidades, por separado intentando tener una idea de cómo era el joven soldado, el joven estudiante, el joven obrero, el joven universitario, el joven oficinista, etc. para poder tener una idea lo más real posible de la realidad.

De todo esto, el año 1943, nació el «Estudio del Ambiente», principio y origen de todo lo que vino después.

Yo no pertenecía a la A.C., pero frecuentaba sus reuniones y después me dieron el cargo de

Presidente del Consejo Diocesano de los Jóvenes. La Rama de los Jóvenes de A.C. estaba entregada en preparar la Peregrinación a Santiago de Compostela. El Presidente Nacional, Manuel Aparici, había lanzado la idea de reunir en Santiago 100.000 jóvenes que vivieran en gracia de Dios. Y los Dirigentes del Consejo Superior dedicaban sus vacaciones de Navidad y Pascua para recorrer los Consejos Diocesanos de España, con el fin de entusiasmar a los jóvenes para la gran cita de Compostela. Y lo hacían dando unos cursillos a los que daban el nombre de Cursillos de Adelantados de Peregrinos, buscando candidatos en los centros parroquiales y en los Consejos Diocesanos. Asistí al segundo, que se realizó en la Semana Santa de 1943. Me gustó el clima de compañerismo que allí se respiraba y el ánimo y el talante alegre con que se exponían las lecciones o conferencias.

De estos cursillos aprendí mucho y sobre todo descubrí la solución de lo que desde siempre me había preocupado, que era el cómo conseguir explicar las ideas que quería contagiar a los demás para darlas a conocer con alguna posibilidad de eficacia, y me di cuenta que lo que desde siempre había sido mi preocupación dominante se solucionaba tratando de reunir a la gente en régimen cerrado y aislado y que ésta era la mejor manera de lograr conseguir lo que yo buscaba. Allí aprendí que debía reunirse la gente por grupos, hacer periódicos murales, lograr que intervinieran los más posibles. Todo esto lo descubrí en aquellos cursillos.

Lo que no me gustaba era que duraran una semana, pues pensé que en ese plan se podía conseguir tan sólo un auditorio muy limitado: los estudiantes en Navidad, Pascua y verano o los que estuvieran dispuestos a vivir esta experiencia empleando unos días de sus vacaciones.

Después de mucho rezar y buscar quien rezara, pensar, planear, estructurar, reunir y seleccionar una vez más el material acumulado en fichas, en notas y en libros subrayados, reunimos unos cuantos candidatos y nos atrevimos a planear un “nuevo” cursillo con José Ferragut, que había sido Presidente Diocesano, con Jaime Riutord y este cristiano que escribe y suscribe este relato, al que se le designó como Rector.

Éste fue el primer Cursillo y, si bien le llamamos de Jefes de Peregrinos, porque no nos hubieran dejado celebrarlo con otro nombre, no se parecía en nada a los que se habían dado en Mallorca con este nombre.

Esto sucedía el año 1944, en un chalet de Cala Figuera. Así las cosas, confiando en las oraciones de muchos y la colaboración de unos pocos, nos lanzamos a la aventura de hacer un cursillo por nuestra cuenta. Aunque hablamos de Santiago era un cursillo distinto de los demás, con una estructura diferente con el propósito de contagiar el ideal de Cristo en un ambiente cálido, sincero, agradable y festivo, salpicando los rollos de anécdotas que cuidadosamente habíamos recopilado.

Necesitábamos un Sacerdote para que nos explicara los rollos místicos y que cuidara de la dirección espiritual del Cursillo. Don Juan Juliá aceptó. Con mucha fe en Dios, las oraciones de muchos y el sacrificio de unos cuantos nos lanzamos a la aventura.

Sabíamos a lo que íbamos y lo que queríamos conseguir. Teníamos claro lo que gracias a Dios nunca se nos ha oscurecido: que el Evangelio es verdad y que, realizado en la vida y metido en el corazón y en la inteligencia de cada persona que cree en Cristo y se abre de verdad a su Verdad, correspondiendo a su gracia, tiene una potencia arrolladora capaz de entusiasmar a los más remisos.

En Cursillos se trata de presentar la Verdad de Cristo escueta, acentuando lo más importante que es su Resurrección, el descubrir que nos ama a cada uno en particular y personalmente y que está presente cuando dos o más se reúnen en su Nombre.

Estas verdades llevadas a la vida, esto es momentalizándolas, tratando de meterlas en el vivir de cada momento, dan sentido a la vida.

El Señor nos inspiró la Reunión de Grupo y la asistencia a la Ultreya. Vimos que la persona tiene dos polos, uno personal y otro social. Del personal cuida la Reunión de Grupo y el social se va consiguiendo asistiendo a la Ultreya.

El Cursillo de Cristiandad persigue una sola finalidad: que el Espíritu del Señor se encuentre en

Cristo con la libertad de la persona humana y que ésta, al descubrir que es amada por Dios, cambie de horizonte y de perspectiva, porque se ha dado cuenta de que Dios le tiene en cuenta. Cuando esto sucede normalmente se produce un proceso personal de conversión, lo que exige de los dirigentes – sacerdotes y seglares – un cuidado personalizado, atento y detallista, seguido y conseguido por medio de la amistad, sin presiones paternalistas, ni ayudas no solicitadas, que no hacen más que demostrar que se ignora que en los bautizados, conscientes de su bautismo, actúa sin cesar la gracia de Dios.

Conectado con la fuerza divina que obra en los sacramentos, el cursillista va descubriendo que si él va aportando su ilusión, su entrega y su espíritu de caridad, viviendo en gracia, va comprobando que, salvando todos los avatares y aventuras del vivir, lo más importante es la vida, el hecho de vivir, lo que le impulsa a vivir agradecido, saboreando que la vida es bonita, que la gente es importante y que vale la pena vivir.

La persona que ha vivido el cursillo y ha aportado en él lo que en la primera noche le pide el Rector: su ilusión, su entrega y su espíritu de caridad, que es tanto como decir estar en disposición de captar las tres virtudes teologales y se ha abierto a las verdades que en el cursillo se explicitan, sale libre y liberado, cambiando de mentalidad y, como la gracia es creativa, va aplicándola a su escala de valores primero y después, o simultáneamente, a su óptica, a su enfoque y a su perspectiva, en una palabra, a su manera de ver las cosas. Es aquello de ver con ojos nuevos las cosas de siempre.

Ahora bien, a esto, que es tan sencillo y claro y que ha dado tan buenos frutos en tantas personas, se ha pretendido tergiversarlo muchas veces con el deseo de «actualizarlo» y de «ponerlo al día» o bien han tenido la ‘originalidad» de añadir cosas innecesarias, que no han hecho más que complicar la santa simplicidad de lo pretendido.

Si comparamos el Movimiento de Cursillos a un árbol, que ha crecido porque la semilla evangélica sembrada en muchos corazones y cultivada con la oración ha dado su fruto, nos alegra, pero así mismo nos duele que en algunos sitios, sin duda con la mejor intención, han tomado el árbol de los cursillos como el árbol de Noel y le han ido colgando luces y muñequitos, (sus genialidades preferidas) y han ido afeando su claro y sencillo perfil.

Al Cursillo de Cristiandad podríamos compararlo a un árbol. El árbol tiene raíces, tronco, ramas, hojas y produce frutos; para crecer y desarrollarse tiene que estar afincado en tierra.

El Cursillo exige estar afincado en la realidad. Sus raíces son su motivación, las ideas fuerza que impulsan la savia de las inquietudes que suscita su misma vitalidad. El tronco y sus ramas son su estructura, que está toda orientada a ser vehículo del mensaje evangélico, enfocado especialmente de cara a los alejados.

Para convivir con los alejados los cristianos de siempre han de entender la parábola del Hijo Pródigo, pero por lo que se refiere al hermano mayor, que no tiene que enojarse porque el Padre haga una fiesta para celebrar la vuelta del hermano y hasta que nos alegrara que en lugar de uno fueran dos.

Todas estas sinceridades que siguen y que me creo en el deber de tener que expresar para que todo quede lo más claro posible, no lo hago en plan de querer ser protagonista, pues siempre que se me ha pedido quien era el autor de todo he dicho categóricamente que era el Espíritu Santo, pero cuando se me ha preguntado quién hizo la estructura, quién recopiló las anécdotas, quién hizo los rollos seglares, quién ideó la Reunión de Grupo y la Ultreya, para no mentir, he tenido que decir que era yo.

A punto de concluir este relato, me doy cuenta que, sin darme cuenta, he empleado, como siempre, el plural mayestático, lo que induce a pensar que había otros a mi lado que me ayudaban a aportar ideas. Lo que sí pasó es que les iba leyendo lo pensado y ellos lo escuchaban con atención

Lo aportado por otros lo recuerdo perfectamente:

Don Sebastián Gayá fue el único que tuvo fe en nosotros pero sus múltiples ocupaciones no le permitieron una dedicación más efectiva. Escribió la Guía del Peregrino.

Don Juan Capó, que estudiaba en Roma cuando la gestación del Cursillo, al volver a Mallorca se entusiasmó con la idea que le explicamos. Su presencia en el cursillo de San Honorato, en Enero de 1949, se limitó a dar las dos meditaciones de la primera noche, el día 7, tras lo cual volvió a Palma.

Él fue el que dio nervio teológico a los rollos místicos y a las meditaciones.

Tengo que mencionar también, porque su influencia ha sido grande, a Guillermo Estarellas. Él fue quien aportó la canción «De Colores». Se buscaba para cantar precisamente algo que no fuera pío, por no asustar a los alejados y con el «De Colores», canción sacada del folklore, se cumplió rotundamente el objetivo. El «De Colores» con el tiempo ha llegado a ser el himno y el santo y seña de los cursillistas de todo el mundo.

También quiero hacer constar que la idea primigenia fue seglar. Para mayor gloria de la Iglesia, creo que esta nota merece destacarse.

Cuando llegó el Dr. Hervás a Mallorca nos habló de sus planes pastorales. Yo le interrumpí diciéndole que en Mallorca teníamos un procedimiento para acercar a la juventud, que era lo que en el tiempo se llamaría el Movimiento de Cursillos de Cristiandad. Cuando después hablamos con él, se entusiasmó. Cuando pasó de la Diócesis de Mallorca a la de Ciudad Real, le entregué toda la documentación que yo tenía sobre cursillos. Él, con un grupo de sacerdotes, lo estudió atentamente.

Sin duda ninguna a él se le debe el que los cursillos fueran aceptados por la Iglesia. Él escribió una pastoral sobre ellos titulada «Los Cursillos de Cristiandad, Instrumento de Renovación Cristiana», que siempre será la Carta Magna de los Cursillos de Cristiandad. Él ha sido el que consiguió que los Cursillos de Cristiandad entraran por la puerta grande de la Iglesia.

Si los cursillos han de ser fieles al motivo por el que fueron pensados, rezados y agradecidos, no han de bajar la diana y han de servir para dar a los que asistan a ellos una vivencia viva, sencilla, simple, clara y auténtica del Cristo del Evangelio que, con su resurrección, se hace por su gracia vivo, normal y cercano en cada uno.

Esto requiere y precisa que haya un encuentro de cada persona con Cristo.

Los cursillos han de ir al fondo de la persona, no a sus circunstancias concretas que le envuelven, si es casado, soltero, practicante o indiferente etc.. No tiene que haber nada que le desvíe de la diana a que se debe apuntar. El encuentro tiene que ser con Cristo y la persona, cara a cara, de tú a tú y a eso tiene que ir enfocado todo la existencia insoslayable de un magnetismo de género o la presencia condicionante de algún testigo cualificado por relación profesional, familiar o de pareja, lo imposibilita. La reacción tiene que ser personal, radical y auténtica. No tiene que haber nada que impida o dificulte esta radicalidad, perplejidad y entusiasmo, que causa en la persona el CREER de verdad y en serio que Cristo le ama. Como en el cursillo se descubre una nueva dimensión mucho más profunda que la fe normal, no es la misma cuando la persona es observada por otra que está pendiente de su reacción. Por esta razón los cursillos no deben ser mixtos, así como tampoco no es de ninguna manera conveniente que vayan a un mismo cursillo juntos padre e hijo, madre e hija o dos hermanos o hermanas, o Jefes y subordinados o un matrimonio. Si van mujeres y hombres juntos, ninguno se porta como se portaría si fueran por separado. Cristo busca a la persona, no a lo que le envuelve.

El cursillo no da por supuesto ningún supuesto. En el cursillo, si se hace como se debe, al final todo el mundo es veraz. Lástima que después se creyeron omnipotentes los del OMCC y cambiaron el nombre de algunos rollos y el orden de los mismos; modificaron «Ideas Fundamentales» que, en su primera edición, cumplieron su finalidad: Que se conociera el por qué y el para qué de los cursillos, su mentalidad, su estrategia, etc. todo elaborado por personas que conocían y amaban el Movimiento y no tenían la obsesión de querer mandar sino de servir.

Pero después un grupo reducido, en el que no había ningún integrante que hubiera estado presente en su gestación, empezaron a modificar, codificar y enumerar las Ideas Fundamentales, a «actualizarlas», a clericalizarlas y, creo suponer que con buena intención, inventaron el apartado –el 86- donde se cuenta una historia imaginaria en rosa, algo así como un cuento de hadas, para explicar el «nacimiento» de los Cursillos.

Y, como si esto no bastara, cambiando los rollos, desmedularon la idea intencional del Movimiento, porque se olvidaron de que su óptica tenía que ser enfocada pensando en los alejados.

Prueba palpable de ello es que introdujeron el rollo Fe y el de Iglesia, cambiando el de Piedad por Santidad, el de Estudio por Formación y el de Estudio del Ambiente por el de Fermentación Cristiana de los Ambientes. El tener la idea de meter un rollo llamado Fe y otro llamado Iglesia no encaja de ninguna manera con la auténtica mentalidad de cursillos, que siempre ha tenido como objetivo preferente, aunque no exclusivo, el acercamiento de los alejados, sin tener en cuenta que la Fe no puede colgarse como un collar, sino que nace por gracia de Dios y, como reacción, en el corazón de la persona que admite y cree que Dios le ama.

El Cursillo no pretende que los mejores sean cristianos, ni que los cristianos sean mejores, sino que los cristianos sean cristianos. Que entiendan que ser cristianos conscientes es convertirse en cada momento. Y todo, para que vayan descubriendo, desde el preciso lugar donde Dios les ha plantado, que Dios en Cristo les ama.

En realidad, de verdad, para el cristiano de verdad, existe tan sólo un problema, que es aceptar, sin morir de alegría, la grandeza de ser tanto.

Eduardo Bonnín

3 comentarios en “Estudio del Carisma Cursillos de Cristiandad

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *