L I B E R T A D

Pista de Despegue

  • Sólo en la libertad el hombre se refleja su calidad de persona.
  • Amar, es hacer posible la libertad del otro.
  • La felicidad: ser tú mismo.
  • Los que siguen los consejos, difícilmente consiguen ser aceptados por los que no ansían conocer el por qué de los preceptos (aunque los cumplan).
  • La libertad, es el derecho a ser veraz.
  • A la persona si alguien intenta motivarla desde fuera, no hace más que despersonalizarla. Si alguien acierta a descubrirle y despertarle su verdadera motivación interior, le ayuda a que vaya siendo persona, a que se sienta alegre por ir siéndolo, y a que tenga el buen gusto ilusionado de ir ejerciendo con lucidez sus cualidades, siempre en un desarrollo constante hacia la plenitud.
  • Muchos se oponen a las exigencias de la verdad por creerlas opuestas a las exigencias que sienten de felicidad.
  • La realidad de que «Dios me ama» impulsa a las personas, desde sí mismas. Los acontecimientos y las cosas hacia su más radical originalidad, hacia su más dinámica creatividad y hacia su más desbordante plenitud.

Ponencia Nº 2

Voy ha intentar comunicarme de tal forma con vosotros sobre un tema importante para que al final de este rato quede claro uno de los temas, básicos y fundamentales, de la vida de las personas y que desconocemos.

Se me dió el tema «Libertad», quizá porque es uno de los temas fundamentales de mi vida, aunque parezca contradictorio por mi situación personal de ser sacerdote.

Yo he descubierto dentro del cristianismo la necesidad y la posibilidad de ser libre y ese es el tema que me han dado y también es el tema de uno de mis libros. También tengo que decir que, sin darme cuenta, llevo escritos más de quince libros ya. Y digo sin darme cuenta porque no ha sido ni mi interés ni mi ilusión. Simplemente os confieso que cuando a los veintitantos años me encontré siendo sacerdote pensé que había fracasado en mi existencia, porque ni era lo que yo buscaba ni era la Iglesia que yo esperaba. Es como cuando uno se casa y se ha equivocado de mujer, entonces yo creo que me equivoqué de mujer, pero después he tenido que rehacer mi vida. En uno de mis libros escribí que la Iglesia es una prostituta, pero una prostituta que anuncia la verdad. No es frase mía pero sí de un santo del siglo III.

Digamos que yo estoy casado con la Iglesia y a pesar de eso me considero que tengo la necesidad de predicar el Evangelio de Jesús con la misma libertad que lo hizo Él y, si algo podemos decir, es que ha iniciado en este mundo, aunque no se ponga en práctica casi nunca, es precisamente la doctrina de la libertad de las almas, la libertad de las conciencias.

Pienso que Jesucristo no es un fundador de religiones, ni siquiera de una nueva religión, sino el portavoz autorizado del Misterio Eterno que se hace presente en este mundo para indicarnos la forma con que el hombre tiene que alcanzar su plenitud. El cristianismo nos tiene que ayudar a todos ha alcanzar la plenitud de nuestra existencia.

¿Cuál es la gloria de Dios? La gloria de Dios es la plenitud de su creación y cada ser de esta creación tiene una plenitud según sus propias características. Los animales y las plantas tienen una plenitud siguiendo su instinto sin pensar.

¿Cuál es la plenitud del hombre? La plenitud del hombre no puede darse sin una decisión libre de la persona para ser lo que quiere ser. Es preferible la libertad en el error que la sumisión.

Digamos que el tema de la libertad para mi es uno de los temas fundamentales y capitales de la existencia, porque el desarrollo de la persona no se realiza nunca si el hombre no es capaz de ser libre, sin embargo esta pregunta que nos va ha ocupar este rato requiere unas matizaciones como todas las palabras.

Cuando hablamos de los temas importantes de la vida, como puede ser el amor, la belleza, etc. Estos temas importantes no pueden reducirse a palabras. La palabra amor dependerá de quién la viva y cómo la viva, para entenderla de una u otra forma. No es lo mismo la palabra amor dicha por Jesús que dicha por una persona que se dedica a comerciar con el amor y, sin embargo, es la misma palabra. Las palabras importantes de la vida son palabras que necesitan después una clarificación, y la palabra libertad necesita una clarificación porque cuando el hombre es libre es cuando el hombre quiere querer y ser libre, es lo mismo. Y si el hombre no quiere las cosas y no ama las cosas no es libre. Nuestra plenitud depende de nuestra capacidad de amar y ésta depende de nuestra capacidad de ser libres.

No puedo hablar de la libertad que todo el mundo conoce, somos libres políticamente o, digamos que, cuando nadie nos presiona exteriormente, esa libertad todo el mundo sabe si la tenemos o no. Sin embargo, la libertad que voy a concretar y que nos hace ser personas es la libertad que cada uno adquiere o no adquiere a lo largo de su existencia. No es libre el que quiere sino el que se ha ejercitado para serlo y cuando uno no es libre no llega a ser persona.

A todo el mundo nos interesa una cosa importante: nos interesa no fracasar en esta existencia, nos interesa que al término de nuestra jornada no podamos decir como aquel: que tonto he sido, que mala ha sido mi existencia. No podemos decir que Dios es un Dios cruel que ha creado una humanidad para burlarse de ella. Tenemos que aceptar que Dios es un ser que, digamos, nos ha creado con la posibilidad de nuestra plenitud pero el hombre no llega a ser plenamente hombre sino pasa de ser animal racional a ser persona. Y, para mí, persona es aquel que ejerce su libertad, aquel que no ejerce su libertad no llega a ser persona.

Ser persona supone ejercer conscientemente mi libertad de búsqueda de la verdad. Hay una frase que repito constantemente y es la frase que en el momento último de su existencia, a Jesucristo delante de Pilatos le preguntan: ¿Y tú para que has venido a este mundo? Podría haber dicho para fundar una nueva religión, para tener amigos. La frase de Jesucristo ha sido para mí la emblemática de mi existencia, la cual no es fácil pero si emblemática.

¿Y tú para que has venido a este mundo? Yo he venido ha este mundo para ser testigo de la verdad y aquél le pregunta ¿Qué es la verdad? Jesucristo ha venido a este mundo para ser testigo de la verdad porque la verdad es el fundamento de nuestra libertad. No podemos ser libres si no buscamos la verdad. Podemos enfrascarnos en muchas cosas en este mundo y después darnos cuenta de que no hemos sido lo que queríamos ser. El triunfo de la vida del hombre consiste en ser lo que uno quiere ser, no en lo que la sociedad espera, ni lo que esperan los demás de nosotros. El triunfo personal consiste en que yo soy lo que quiero y porque quiero. Indudablemente esto supone para cada uno de nosotros una disciplina constante y una búsqueda constante de la verdad.

Jesucristo nos dijo: «Este es el mandamiento, que os améis los unos a los otros». ¿Por qué? Porque creo que el fundamento de nuestra existencia está en la capacidad de amar a los demás. Amar es querer y querer, digamos, responde a la manera libre de hacerlo.

¿Qué es lo que Dios espera de mí? Dios espera de mi plenitud y mi felicidad, mi realización en este mundo, mi capacidad de convivir sin engañar, que la huella que deje por este mundo sea una huella luminosa. Hemos sido enviados a este mundo, las personas, para hacer este mundo mejor y ésta es la plenitud de la creación.

Creo que lo que Dios espera de este mundo, es que nadie sea un fiel adorador a ninguna religión. Espera que las religiones y las culturas ayuden a la humanidad para que encuentre su plenitud en medio, indudablemente, de los errores pero, sobre todo, por medio de la libertad.

¿Qué es la libertad para mí? La libertad está identificada con la esencia de la divinidad, es decir, algo que es importante. Cada uno de nosotros somos parte de la divinidad de una forma tan misteriosa que no podemos saber por qué somos capaces de elegir. La elección del hombre es lo que nos caracteriza como seres llamados a la plenitud con Dios. El hombre que no elige, que no es capaz de elegir, se sentirá llevado por sus instintos.

Vamos a referirnos a la libertad de conciencia porque, en el fondo, la libertad habita con la conciencia. No podemos nunca, delante Dios en este mundo ni en el futuro, culpar a nadie por lo que ha sido nuestra existencia. El hombre es libre en la medida en que es responsable. Tenemos que responder de nuestra vida, no delante los demás ni delante del mundo sino delante nuestra conciencia, porque la conciencia es el lugar donde habita la divinidad. Somos imagen de Dios en la medida en que nuestra conciencia refleja algo que es superior a nuestra capacidad de comprensión.

Nadie comprende lo que somos. ¿Por qué? Porque somos todos un deseo de plenitud, porque somos la imagen de la divinidad encarnada. Para mí la encarnación de Jesucristo es el reflejo, precisamente, de lo que somos cada uno de nosotros. Encarnar significa «la divinidad toma carne de persona» pues la divinidad está en cada uno de nosotros. Somos templos del Espíritu Santo, toma carne de persona y eso es lo que a todos nosotros nos supone un drama insoportable de vivir. Nadie puede soportarlo, la divinidad viviendo en nuestra existencia y, por eso, la humanidad se despista, se distrae porque la mayoría de las personas no quieren ni siquiera pensar que tenemos una responsabilidad de ser como Dios. Somos parte de Dios y esto es lo que nos atormenta a cada uno de nosotros. Nunca estamos contentos, nunca sabemos qué es esta vida, nada nos satisface porque nosotros somos imagen de lo que buscamos y todo lo que ocurre en nuestra existencia y todo lo que más deseamos: nuestro amor, libertad, afectividad, todo lo que más deseamos nunca se acaba aquí porque es siempre un reflejo de aquello que somos y de aquello que buscamos. De ahí que el hombre llega a la plenitud en la medida de su libertad.

Libertad es lo mismo que querer, yo quiero libremente y en ese querer libremente uno se va realizando.

No es lo mismo libertad que libertinaje, la gente confunde estas cuestiones, yo no puedo hacer lo que me da la gana; lo puedo hacer indudablemente pero no lo puedo confundir con la palabra libertad.

Yo no puedo confundir libertad y poder porque la gente cree que solamente tiene libertad aquel que tiene poder. Quienes quieren tener poder no son libres y los que desean dominar son esclavos de su propia pasión. El que quiere el poder es porque no está seguro de sí mismo.

No es lo mismo libertad e independencia. Yo soy libre pero no soy independiente, yo dependo totalmente del aire, de la comida y hasta de las personas. No confundamos, uno es libre pero no es dependiente. Nos necesitamos mutuamente. Nadie puede vivir su existencia en total libertad e independencia. Libertad no es lo mismo que independencia. Independencia es aislamiento y el aislamiento siempre neurotiza. Yo soy libre para tomar decisiones, pero no soy libre para convivir en este mundo, yo no he elegido ni este mundo ni mi familia ni mi Iglesia. No he elegido nada y estoy ahí. Y en ese estar ahí seré libre de hacer una u otra cosa, pero soy dependiente. El fuerte no es el que no depende sino el que depende sirviendo. Servimos a los demás, entonces estamos dependiendo unos de otros.

Libertad y desarrollo, son necesarios para que exista el desarrollo de una persona. La libertad, incluso, políticamente hablando, en los países que a lo largo de su existencia no han concedido libertad a las personas, son países que denigran a la persona. El hombre soporta cualquier cosa menos la humillación y la humillación precisamente es lo que nos quita la libertad. Somos todos iguales en la dignidad, desiguales en el comportamiento, en la inteligencia, en las posesiones. Somos en casi todo desiguales y no hay que pretender nunca la igualdad. De lo contrario uniformamos a este mundo y quitamos la iniciativa y la libertad. La libertad es lo que caracteriza a cada uno de nosotros y cuando a todos nos intentan igualar desaparece la capacidad de iniciativa y la capacidad de desarrollo.

Libertad y determinismo no son lo mismo. Creemos que son doctrinas filosóficas que habría que enfocarlas desde otra postura. Si yo estoy determinado en lo que Dios quiere ¿Para qué mi libertad? Hay un proceso universal de esta inteligencia creadora que llamamos Dios, pero es una inteligencia creadora. Este mundo que tiene vida, que es inteligente, que no podemos burlarnos de él, que las cosas que ocurren es porque el hombre se cree que es dueño de esta creación. Somos parte integrante de una inteligencia creadora que tiene una finalidad. Dentro de esa finalidad el hombre puede determinar pocas cosas: podemos movernos dentro de un pequeño ámbito de nuestra libertad y esto es lo que nos caracteriza como personas, pero no podemos cambiar los proyectos universales de esta creación. Por lo tanto, no existe un determinismo para cada uno de nosotros, porque si estoy determinado, haga lo que haga al fin y al cabo va hacerse lo que Dios quiera. No, por una razón y es porque somos parte de Dios y Dios quiere, en el fondo, también lo que nosotros queremos.

La libertad está unida a otra palabra importante como es la responsabilidad. Los animales no son responsables y las personas responsables son un poco animales, es decir, lógicamente porque la responsabilidad es el grado de respuesta que el hombre tiene que dar ante una instancia superior de su proceder en este mundo. Esto esta ligado lógicamente con la ética, la moral.

Para mi último libro pensaba un título ¿Etica o desastre? Porque la ética es la base de nuestra condición humana y de nuestra responsabilidad. Creo que no hay una civilización que no esté fundamentada en la ética. La ética es el comportamiento del saber responder. ¿Ante quién respondemos? Si no respondemos ante nuestra conciencia, llegará un momento en que no nos importarán los demás porque los demás pasan

¿Qué es lo único que queda en este mundo? La conciencia de cada uno. En una obra Eurípides dice «todo está destruido, nada queda ¿Qué queda? “quedo yo». Cada uno de nosotros, al hablar de la existencia, nos damos cuenta si queremos pensar que van pasando las cosas. ¿Qué queda?.

¿Qué queda de este Movimiento que hace cincuenta años se organizó aquí? Queda cada uno. No se trata de que queden cosas, se trata de que cada persona quede con su propia conciencia. Por eso la responsabilidad está en la educación de la conciencia.

En la educación de los hijos no puede darse una total libertad porque entonces educar en la libertad, es educar a que uno sea responsable. Yo no puedo dar libertad al irresponsable, yo no puedo dejar libre a la persona que no responde de sus actos. Diremos que todos tienen derecho, pero tenemos derecho a defendernos de aquellos que nos hacen el mal siendo irresponsables, incluso quitando la libertad porque la libertad es la forma con que tenemos que convivir respetándonos mutuamente y cuando alguien no respeta no tiene el derecho de ser persona en este mundo como los demás.

Yo pienso en voz alta, pero no pienso nunca en que los demás estén de acuerdo conmigo. Me atrevo a escribir lo que pienso para una cosa, para aclararme a mí mismo. Hace tiempo que no quiero enseñar ni convertir, quiero que las personas sean mejores, simplemente que cada uno sea lo que tiene que ser. Entonces, si yo puedo hablar digo en voz alta lo que me a mi me va y como veo las cosas. Así, la libertad está unida a la responsabilidad. En la educación de la libertad y eso, por ejemplo, la Iglesia haciendo los mandamientos, publicando sus leyes no ha hecho más que ayudar a los irresponsables o a los que no saben a indicarles un camino. La obediencia a la Iglesia no es más que un sustituto a la responsabilidad personal.

Pienso que uno llega a conocer a Dios cuando desobedece pensando y porque le conviene, sin sentido de culpabilidad. Uno ama a Dios cuando no le teme, cuando no tiene sentido de culpa. El que se siente culpable no ha conocido a Dios. Yo no puedo sentirme culpable con una persona que amo. Haciendo referencia a un libro que decía que no se puede amar a aquel que nos va ha condenar, entonces, la culpabilidad es un sentimiento de haber hecho las cosas mal y eso queda en nuestra conciencia. Ahora bien,

¿Para qué se nos ha dado la libertad? Para hacer lo que nos da la gana, para vivir como quisiéramos, eso es otro de los defectos que podemos creer. La libertad no sirve ni para la persona ni para los demás si no está enfocada hacia un amor servicial. Esa es una de las cosas que el hombre debe aprender.

El hombre debe aprender que su existencia no tiene sentido sino está proyectada, orientada hacia un bienestar de este mundo y el mejor proyecto de cada uno de nosotros hacia el mundo es quererlo, es amarlo, no organizar cosas porque todas se caen, sino amarlo. La energía fuerte de esta creación, la energía que hizo posible que nosotros viviéramos es el amor de Dios y el amor de Dios es una energía creativa y nosotros creamos cuando amamos. La libertad se nos ha dado para amar y no para hacer mi propia existencia, que es otro de los defectos que podemos tener, cuando intentemos ser libres. Podemos ser libres, pero podemos caer en el egoísmo individualista que caracteriza nuestra sociedad. Hemos alcanzado, gracias a Dios, cotas importantes de libertad a la hora de convivir en este mundo, pero para muchos la libertad se ha convertido en su propia tumba porque, digamos, que ninguna época ha tenido tantas neurosis, tantas depresiones, tantos egoísmos y tantas soledades.

¿Por qué? Porque la libertad si no es una proyección hacia el servicio, es una tumba para el que la busca.

Otra cuestión que voy a ir analizando son las dificultades, son muchas y he tenido que elegir pudiendo ser éstas u otras más. Por ejemplo, hay personas que piensan que vivimos condicionados por nuestro pasado. Es cierto, estamos todos condicionados, la única libertad absoluta es la de Dios, entonces nosotros participamos de alguna forma en esa libertad. Nosotros nacemos en este mundo y vivimos condicionados por nuestro entorno familiar, nación, educación, por nuestros genes etc. El hombre es un ser condicionado por su pasado, pero eso no puede ser obstáculo para que el hombre sea libre. Tenemos un grado de libertad según el grado de nuestra búsqueda de la verdad y de nuestra responsabilidad. Si uno no ha querido ser nunca responsable, si uno ha vivido siempre de herencia, entonces, naturalmente, no puede ser libre y se quejará siempre de dónde ha llegado ¿Con quién me he casado? ¿Cómo son mis hijos? Todos podemos protestar de muchas cosas. Yo por eso he empezado diciendo que protestaba contra la Iglesia, pero estoy en ella, quiero vivir en ella y además no creo que exista otra mejor. Entonces, los condicionamientos de nuestro exterior no son suficientes como para que uno no diga que es responsable y libre en el proceder de su existencia. Yo soy libre para tener una disciplina o no tenerla. Yo soy libre para ir a un sitio o no ir y según mi libertad yo constituiré mi personalidad.

Libertad y obediencia. Por encima de la obediencia a cualquiera o a cualquier ley está la libertad de conciencia. Todas las leyes están al servicio del hombre y cuando una ley esclaviza, atemoriza o neurotiza, el hombre tiene que ser lo suficientemente libre para decir: no me interesa. A veces, es preferible desobedecer a obedecer ciegamente, porque la obediencia ciega siempre conduce al fanatismo, y una nueva sociedad requiere la capacidad de entendernos sin matarnos. Mientras los hombres quieran que seamos todos iguales, no habrá paz en este mundo, la paz depende de la capacidad que tengamos de respetarnos mutuamente en nuestra libertad.

Libertad y convivencia. Nosotros tenemos una libertad personal, pero la perdemos cuando atropellamos a los demás. Nuestra libertad está condicionada. Somos libres de hacer lo que queramos, pero perdemos la libertad interiormente, sin darnos cuenta, cuando hacemos difícil la convivencia, porque a mí me interesa, porque a mí me gusta. La libertad del hombre está condicionada a su convivencia porque no somos seres aislados.

Una idea que me interesa mucho para vivir es la que nosotros somos hijos de unas filosofías mecanicistas del siglo pasado para la que cada uno de nosotros éramos seres aislados, sin ninguna relación profunda entre nosotros. Sin embargo, yo creo que cada uno de nosotros somos átomos vivos de una creación inteligente y que recibimos la fuerza de esta creación cuando tenemos una unidad entre nosotros. Por eso, el hombre no es totalmente libre, el hombre tiene que aprender a convivir en una integración con las personas de esta sociedad. Perdemos la propia cuando atropellamos la ajena.

Libertad y prudencia. La libertad no significa decir lo que yo quiera, hacer lo que yo quiera o vivir en este mundo como si los demás fueran tontos. Jesucristo dijo que hay que ser prudentes como las serpientes. La insensatez y la prepotencia de los que se creen en posesión de la verdad, humilla al mundo. Muchas veces todas las religiones de este mundo, incluida la nuestra, humillan al mundo cuando creen que la verdad tiene solamente una faceta, una forma de expresarse. La verdad es la búsqueda del hombre en libertad hacia el encuentro con su plenitud y tiene muchas facetas.

Libertad y religión. Este es un tema que me ha costado muchos disgustos y me los seguirá costando, pero tampoco podemos dejar de pensar y decir con cariño las cosas que pensamos. La religión puede convertirse para las personas de este mundo, y lo estamos viendo en esta sociedad nuestra, en un rechazo de Dios. La gente ha rechazado a Dios al mismo tiempo que ha rechazado a la Iglesia, ha rechazado comportamientos religiosos y al mismo tiempo se ha separado de Dios y esto, digamos, es una responsabilidad nuestra. No podemos confundir la imagen tremenda de Dios con nuestra forma pequeña de presentarla en este mundo.

La libertad y la religión es un tema polémico porque todo el mundo ha creído que lo más importante para llegar a Dios era la obediencia. La obediencia sí, pero la obediencia a la conciencia, no la obediencia a ninguna autoridad. La gente cree que con esto predico el anarquismo o la desobediencia. Predico lo que Jesucristo quería. La libertad de conciencia está por encima del sometimiento a una ley. Si uno no es capaz, por ejemplo, de desobedecer una ley eclesiástica sin temor, no sabe lo que es Dios. Si yo no soy capaz de un domingo no ir a misa y al día siguiente no confesarme y seguir diciendo a Dios que le quiero, no sabe lo que es libertad. Quizá es un poco polémico lo que estoy diciendo, pero simplemente es para decirles que todas las leyes de este mundo, incluidas las religiosas, están para nuestro bien y no para nuestro sometimiento.

Libertad y política. No hay avance de la sociedad si los hombres de gobierno no son capaces de dar al hombre su libertad que es su dignidad.

Libertad y egoísmo individualista. Se puede confundir, uno puede decir yo hago lo que me da la gana y soy libre. Sí, serás libre, pero caerás en el egoísmo que te separa del contexto de esta creación.

Libertad y dejar en libertad. Este es uno de los temas para mí muy querido y es muy querido porque muchas veces hemos sido perseguidos aquellos que no estabamos dentro del contexto tradicional o de las costumbres. Había un Santo en los primeros siglos del Cristianismo que decía: «huye de la costumbre como de un vicio». La costumbre es aquello que condiciona nuestro comportamiento, y si hiciéramos un análisis del por qué hacemos las cosas, muchas veces veríamos que es por costumbre, pero no porque nos hagan vivir. Muchas veces las costumbres hay que cambiarlas para vivir en libertad.

Una de las cosas que más agradezco para vivir en este siglo y este momento de la historia de la humanidad, es precisamente porque estamos llegando a unas cotas de respeto a la libertad. Aún hay gente fanática que se mete con los demás porque piensan de otra forma, cuando el variopinto de este mundo es lo que nos haría a todos ser mucho más agradables en la convivencia.

Libertad y dejar en libertad. Si quiero que me deje en libertad yo he de saber respetar a aquellos que piensan de otra manera, que vivan de otra manera, que se comportan de otra manera y aquéllos que no comprendo cómo se comportan, pero que es su comportamiento. Es preferible la libertad a cualquier sumisión.

Libertad de pensar. El cambio de este mundo no está en el cambio de las estructuras, está en el cambio de las mentes. Cuando alguien quiere someter a alguien, que le prohiba pensar, porque el pensamiento es la energía vital que mueve a este mundo. No somos siempre herederos de pensamientos de filosofías pasadas, por eso lo que más teme cualquier dictador o cualquier persona que quiere mandar es que los demás piensen libremente. Pensar en libertad es el camino del encuentro con nuestra plenitud y con Dios. Estas han sido algunas de las dificultades.

Libertad y verdad van unidas. En esta obra de teatro de Orestes dice: «Porque soy un hombre, Júpiter y cada hombre deben inventar su camino.» Digamos que cada uno de nosotros con nuestros riesgos y con nuestras equivocaciones, con nuestros horrores, con nuestro carácter, tenemos que inventar nuestro camino. No se nos ha dado hecho a nadie, cada uno de nosotros, empezando por mí mismo, hemos tenido que inventar cómo vivir en este mundo, pero en este invento de la existencia hay unas pistas seguras. Una de esas pistas seguras es la búsqueda de la verdad.

Si busco la verdad por encima de todo, si yo amo a este mundo por encima de todo, si mi comportamiento es ético por encima de todo y por encima de todo lo que puedan pensar, estas son las pistas del encuentro. Los demás digamos que pueden hacer que nos equivoquemos, la obediencia puede equivocarnos. La obediencia es necesaria para la convivencia, pero por encima de la convivencia está mi paz personal siguiendo esta frase de Jesús: «Mi paz os dejo, mi paz os doy». Cuando uno no tiene paz no puede comunicarla a los demás.

Crecemos como personas en la medida de nuestra libertad y somos libres en la medida de nuestra preocupación por la verdad y el amor.

Somos libres, pero si no elegimos la verdad, estaremos fuera de las energías de la vida.

El hombre libre es el que ha perdido los miedos. No tener miedo es la seguridad máxima que sólo se va consiguiendo en la decisión constante hacia la verdad.

La plenitud del hombre es cuando el hombre dice: «no tengo miedo, ni siquiera a la muerte», porque entonces se da cuenta que la plenitud de esta existencia la llevamos dentro de nosotros mismos. El hombre ha nacido para perder los miedos y cuando el hombre empieza a perder los miedos empieza a ser libre.

Una sociedad religiosa o política está enferma cuando se suprimen o torturan las voces discordantes con el poder, porque se tiene miedo a la única dignidad del hombre:
DECIR LO QUE PIENSA Y PENSAR EN LIBERTAD.

Francisco Serra Estellés

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