Mi Testamento Espiritual

MI TESTAMENTO ESPIRITUAL

Por Eduardo Bonnín

pág- 30 a 34 Del «Estudio del Ambiente»al primer Cursillo de la historia

Se trataba de escoger y seleccionar lo que constituye el núcleo esencial de lo cristiano, y, con las fichas seleccionadas de lo que iba leyendo y los libros subrayados, disponer del material reunido y ordenarlo de manera atractiva, dinámica y directa para que penetrara en el corazón de los oyentes. A decir verdad no se me ocurría la manera más eficaz de comunicarlo.
Exponer las ideas, citando la gente en un determinado lugar para que me escuchara con atención e interés, me parecía utópico e impensable.

Yo no pertenecía a la A.C., pero frecuentaba sus reuniones, que nunca me gustaron, lo que me llevó a ser muy crítico con las personas que integraban dichas reuniones.
A pesar de ello, después de asistir al Cursillo que luego diré, me dieron el cargo de Presidente del Consejo Diocesano de los Jóvenes.1)

No obstante sucedió una cosa que me hizo pensar. Mi citado «Estudio del Ambiente» había trascendido a cierto número de personas y, por esta razón, fui invitado por el Rector del Seminario Diocesano, Don José Rosell Santomá, a exponerlo a los seminaristas. Allí fui el día 8 de Diciembre del año 1945. Fue la primera vez que hablé yo en público, y a decir verdad, fue algo que causó cierto impacto en aquel auditorio.

En aquel entonces la Rama de los Jóvenes de A.C. estaba toda polarizada y entregada en preparar la Peregrinación a Santiago de Compostela. El Presidente Nacional, Manuel Aparici, había lanzado la idea de reunir en Santiago 100.000 jóvenes que vivieran en gracia de Dios. Y los Dirigentes del Consejo Superior, secundando su idea, dedicaban sus vacaciones de Navidad y Pascua para recorrer los Consejos Diocesanos de España, con el fin de entusiasmar a los jóvenes para la gran cita de Compostela. Y lo hacían dando unos cursillos a los que daban el nombre de Cursillos de Adelantados de Peregrinos, buscando candidatos en los centros parroquiales y en los Consejos Diocesanos. En estos cursillos, que duraban una semana, se explicaba: «Juventud de Acción Católica» «Vida Cristiana», «La Gracia», «Organización», «Hispanidad», etc.

El que era en aquel entonces Presidente Diocesano de los Jóvenes de A.C. de Mallorca me invitó al primero de estos cursillos, pero yo no quise ir, no me hacía ningún plan y puse algunas «razonables» excusas para librarme.
Pero asistí al segundo, que se realizó en la Semana Santa de 1943. Me gustó el clima de compañerismo que allí se respiraba y el ánimo y el talante alegre con que se exponían las lecciones o conferencias.
Al cursillo de Jefes de Peregrinos que vino después, fui de dirigente y me dijeron que añadiera la explicación del rollo «Estudio del Ambiente».

De estos cursillos aprendí mucho y sobre todo descubrí la solución de lo que desde siempre me había preocupado, que era el cómo conseguir explicar las ideas que quería contagiar a los demás para darlas a conocer con alguna posibilidad de eficacia, y me di cuenta que lo que desde siempre había sido mi preocupación dominante se solucionaba tratando de reunir a la gente en régimen cerrado y aislado y que ésta era la mejor manera de lograr conseguir lo que yo buscaba.

Allí aprendí que debía reunirse la gente por grupos, hacer periódicos murales, lograr que intervinieran los más posibles. Todo esto lo descubrí en aquellos cursillos.
Lo que no me gustaba era que duraran una semana, pues pensé que en ese plan se podía conseguir tan sólo un auditorio muy limitado: los estudiantes en Navidad, Pascua y verano o los que estuvieran dispuestos a vivir esta experiencia empleando unos días de sus vacaciones.

Así las cosas, después de mucho rezar y buscar quien rezara, pensar, planear, estructurar, reunir y seleccionar una vez más el material acumulado en fichas, en notas y en libros subrayados, reunimos unos cuantos candidatos y nos atrevimos a planear un “nuevo” cursillo con José Ferragut, que había sido Presidente Diocesano, con Jaime Riutord y este cristiano que escribe y suscribe este relato, al que se le designó como Rector.
Éste fue el primer Cursillo y, si bien le llamamos de Jefes de Peregrinos, porque no nos hubieran dejado celebrarlo con otro nombre, no se parecía en nada a los que se habían dado en Mallorca con este nombre.

1) Se refiere al Consejo Diocesano de los Jóvenes de Acción Católica