1º.- Amaréis a vuestros padres sobre todas las cosas.
2º.- No pronunciaréis con rabia o con despecho el nombre de vuestros padres, ni les llamaréis o insultaréis con apelativos despectivos.
3º.- Santificaréis las fiestas como os han enseñado, dedicando al Señor lo que es del Señor. Y tampoco hace falta que vuestra música perturbe a los vecinos o que vuestras fiestas y reuniones saquen de casa al resto de la familia.
4º.- Honraréis a vuestros padres respetando su modo de ser y respetando sus ideas sin burlaros de sus gustos, de sus vestidos, de sus peinados, de sus chistes y de sus recuerdos sentimentales.
5º.- No mataréis las esperanzas que vuestros padres tienen puestas en vosotros, ni desearéis que se mueran para quedaros libres de su tutela y de su vigilancia.
6º.- No cometeréis actos impuros de deslealtad, de desconfianza, de hipocresía con vuestros padres; ni pretenderéis que ellos comprendan vuestros trapicheos, vuestras promiscuidades y acaso vuestras cochinadas.
7º.- No hurtaréis su dinero, su tabaco, su licor, sus corbatas, sus zapatos, sus vestidos o sus pulseras, ni robaréis zalameramente el cariño del uno indisponiéndole con el otro.
8º.- No mentiréis jamás a vuestros padres aunque el decir la verdad os cueste otro sermón, otro castigo u otra pérdida de vuestra asignación semanal.
9º.- No desearéis padres extraños, débiles o idiotas que traguen impávidos vuestros embustes, que reciban indiferentes vuestras turbias explicaciones, que permitan insensibles y ausentes vuestras borracheras de libertad.
10º.- No codiciaréis los padres ajenos por ricos que sean, por automóviles que compren, por tontos que parezcan y por calzonazos que puedan ser.
Por extraño que os parezca, todos estos mandamientos también se reducen solamente a dos: amaréis a Dios sobre todas las cosas, y amaréis a vuestros padres como a vosotros mismos. |
Valentín Galindo
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