Jornadas en el  Pensamiento de Eduardo  Bonnín (2020)

Jornadas en el 
Pensamiento de Eduardo 
Bonnín
(2020)

Prólogo
Compartimos para todas las personas que quieran estudiar, profundizar y así reflexionar en el Carisma Fundacional de los Cursillos, en estas Jornadas que han tenido como objetivo mostrar y revitalizar la Historia de los Cursillos, a través de tres Rollos que resumen la Mentalidad, la Esencia y la Finalidad de los Cursillos de Cristiandad , en cómo fueron pensados, rezados y compartidos por su Fundador Eduardo Bonnín Aguiló, Un Aprendiz de Cristiano, y que nos lo entregan desde la cuna misma de su creación, Mallorca, a través de tres grandes amigos. Los invitamos a bucear, a que se hagan a través de estas lecturas “encontradizos“ con Cristo, en tres palabras y tres rollos: Cristo, la Persona y la Amistad.

Estas Jornadas fueron realizadas por medio de la plataforma Zoom. Para ver el documento completo, hacer clic sobre el enlace.

XVII. La intimidad y sus niveles

La amistad es la cota más alta a que ha llegado el hombre. Cuando la amistad es químicamente pura, extensión de pura gratuidad, magnetiza y fascina. Aunque casi todo el mundo se mueve por interés, sin saberlo, lo que le interesa de los otros, en el fondo, es el desinterés.

Alguien ha dicho que la quinta esencia de la amistad podría resumirse en la doble afirmación de «estoy contento de que existas; el mundo es más bello porque existes tú».

La amistad es procurar y hacer posible la libertad del otro.

Aceptar al otro como es, en toda su globalidad, sin sectorizar el concepto que tengamos de él, ni pormenorizarlo, inventariando sus carencias, sus cualidades concretas o su posición. Y ello precisamente porque la amistad exige un respeto profundo del campo de lucha del otro, del escenario interior donde se producen las concretas batallas en que uno tiene que luchas solo. La ayuda que se puede prestar al amigo no puede ser a base de dar soluciones y respuestas a preguntas que no se formulan o empujones que fuercen su decisión, ni reprimendas «cariñosas» —pero al fin y al cabo «reprimendas»— que, aún más si se saben fruto de una auténtica amistad, pueden llegar a aturdirle.

La confidencia tiene que ser recibida con respeto, como un gran regalo, y por tanto con sincero y asombrado reconocimiento, con unción atenta y desvelada atención, con ilusión.

Ahora bien, la amistad supone la clara noción de que existen distintos niveles de intimidad:

de un tú a otro tú

de un tú a un nosotros

de un nosotros a un nosotros

de un nosotros a un vosotros

En todos estos niveles, y muy especialmente en el nivel del tú a tú —que es el más importante y genuino, y cuya existencia es lo que da sentido y razón a los demás niveles— la amistad cristaliza mediante un proceso.

Este proceso, si bien tiene en todos los casos unas características comunes, en cada ocasión sigue estadios y ritmos diferentes, ya que todos ellos, en la ruta hacia su finalidad, manifiestan la radical originalidad de lo nuevo, así como la novedosa creatividad de lo que se estrena, y una visión abierta al futuro de lo que pueda ser.

La primera característica común a estos procesos de amistad es abrir brechas en la muralla de los mutuos prejuicios, «roles» y estereotipos, con los que —casi siempre inconscientemente— se ha etiquetado al otro. Las circunstancias acumuladas que siempre recubren y encubren la estructura vital del hombre, seguirán, aunque cada vez en menor medida, influyendo negativamente en la relación, hasta que ésta reciba al verdadero sentido del otro, que es su capacidad activa de amar y de ser amado.

Otra nota característica de los procesos de amistad es la importancia del impacto que produce en ambos el primer encuentro. Si en ese primer encuentro se produce una corriente de mutua admiración, la progresividad de esta corriente acelera todo el proceso. En cambio, si no se produce esta «chispa» inicial, el proceso suele ser más lento, y sólo suelen remontarlo cuando al menos uno de ellos se encuentra en disposición de conectar con la zona admirable que siempre tiene la genuinidad del otro. Pero toda relación auténtica de amistad acaba basándose y vitalizándose en una convergencia de admiraciones.

Otra característica muy frecuente en los procesos de amistad, es que unas veces al iniciarse y otras más tarde, tiende a centrarse la comunicación con el otro en «lo suyo» y «los suyos», más que en él mismo, lo que se agrava si coincide con que «el otro», a su vez, está pendiente de «lo mío» y «los míos», y no centrado en un eje integrador y dinámico. Singularmente cuando a uno le ha sucedido algo destacable, que seguro vale la pena contar, es frecuente que lo cuente y recuente tantas veces que tome el sesgo de una presunción, en lugar de ser una comunicación.

Finalmente destacaríamos como nota característica común a los diversos procesos de amistad, que en algún momento siempre suele interferir o intentar interferir en la relación amistosa alguna tercera persona que, de más o menos buena fe, desequilibra el ritmo del proceso quitando brillo a la admiración, unas veces por envidia, otras por celos y otras simplemente por paternalismo.

Aún superadas todas estas etapas, la amistad siempre es cultivo delicado, como una planta, que no puede hacerse crecer tirando de sus hojas; como una rosa, que sólo se abre a la luz y al calor que produce la dinámica del mismo proceso. La amistad es como una hucha que no debe romperse para ir a comprar una caja de cerillas.

La persona, para ejercer de tal, tiene que tener convicción y decisión. La convicción sola, produce teóricos. La sola decisión, imprudentes.

El hombre, la persona, se da siempre circunstanciada, si bien hay una corriente continua mutua y recíproca, de la circunstancia al hombre, y del hombre a la circunstancia. Los hombres se influencian siempre unos a otros recíprocamente. Cuando entre dos personas se produce una corriente de amistad y de simpatía, la influencia es mucho mayor. La influencia de amigo a amigo puede encaminarse hacia el logro de ir consiguiendo esclarecer su convicción, con el fin de que sea más lúcida. Pero, en cambio, nunca es bueno que la influencia del amigo sea empleada para empujarle a una decisión, porque las consecuencias que se derivan de una decisión errada, van a caer todas sobre el que ha tomado la decisión, no sobre el que le forzó a tomarla.

Fragmento de: Eduardo Bonnín y Francisco Forteza. “Evidencias Olvidadas”. Apple Books.

Convivencia navideña, diciembre 2019.

Gracias por su presencia, su entusiasmo y amor.

Comenzamos nuestra celebración dando gracias por este año que termina y pidiendo bendiciones para el nuevo que inicia.

Gracias Padre Carlos y Padre Laureo por la misa y bendición de los alimentos.

Este año deja muchas cosas hermosas y otras tal vez no tanto, pero al final estamos más unidos por la Gracia de Dios y por medio de la amistad.

¡Feliz Navidad! que el Niño Dios derrame muchas bendiciones en nuestra comunidad, así como en cada familia que la forman.

por el Secretariado
Reina Juarez

10 cosas que no sabíamos del Papa Francisco contadas por él mismo

En una recordada entrevista al diario argentino “La Voz del Pueblo”, publicada el 25 de mayo de 2015, el Papa Francisco contó una serie de cosas que eran poco o nada conocidas sobre su vida. Aquí las recordamos.

1. No ve televisión
“Televisión no veo desde el año 1990 (se toma el tiempo para responder). Es una promesa que le hice a la Virgen del Carmen en la noche del 15 de julio de 1990”.

2. Solo lee un diario
Diario leo solamente uno, La Repubblica, que es un diario para sectores medios. Lo hago a la mañana y no me lleva más de 10 minutos ojearlo”.

3. No navega en Internet
«Nada». Así respondió cuando le preguntaron si navega en Internet.

4. Nunca ha visto jugar a Messi
Nunca ha visto jugar al famoso crack del Barcelona Lionel Messi. Cuando le preguntaron si como Papa se considera un Messi (delantero) o un Mascherano (defensa de la selección argentina), Francisco reveló que no ve fútbol y solo conoce a Messi porque lo visitó en el Vaticano. «Messi vino dos veces acá y nada más, no lo he visto (jugar)”.

5. Sigue al San Lorenzo a través de un guardia suizo
Nunca dejó de ser hincha del San Lorenzo, equipo argentino actual campeón de la Copa Libertadores, pero no ve los partidos de su equipo porque no ve televisión. Sin embargo se mantiene al tanto de la liga argentina gracias a «un guardia suizo que todas las semanas me deja los resultados y cómo va en la tabla”.

6. Duerme 6 horas en las noches y lee antes de dormir
“Tengo un sueño tan profundo que me tiro en la cama y me quedo dormido. Duermo seis horas. Normalmente a las nueve estoy en la cama y leo hasta casi las diez, cuando me empieza a lagrimear un ojo apago la luz y ahí quedé hasta las cuatro que me despierto solo, es el reloj biológico».

7. Hace siesta
Dormir seis horas no bastan. “Después necesito la siesta. Tengo que dormir de 40 minutos a una hora, ahí me saco los zapatos y me tiro en la cama. Y también duermo profundamente, y también me despierto solo. Los días que no duermo la siesta lo siento”.

8. No llora en público
“Públicamente no lloro. Me pasó dos veces que estuve al límite, pero me pude frenar a tiempo. Estaba demasiado conmovido, incluso hubo algunas lágrimas que se escaparon, pero me hice el tonto y después de un rato me pasé la mano por la cara”. “Recuerdo una, la otra no. La que me acuerdo tuvo que ver con la persecución de los cristianos en Irak. Estaba hablando de eso y me conmoví profundamente» al «pensar en los chicos”.

9. Necesita estar con la gente
“No puedo vivir sin gente, no sirvo para monje, por eso me quedé a vivir acá en esta casa (en la residencia de Santa Marta). Esta es una casa de huéspedes, hay 210 piezas, vivimos 40 personas que trabajamos en la Santa Sede y los otros son huéspedes, obispos, curas, laicos, que pasan y se hospedan acá. Y eso a mí me hace muy bien. Venir aquí, comer en el comedor, donde está toda la gente, tener la misa ésa donde cuatro días a la semana viene gente de afuera, de las parroquias… Me gusta mucho eso. Yo me hice cura para estar con la gente. Doy gracias a Dios que eso no se me haya ido”.

10. Se considera ciudadano «de alma»
El Papa asegura que «siempre fui callejero. De cardenal me encantaba caminar por la calle, ir en colectivo, subte. La ciudad me encanta, soy ciudadano de alma» y explica que «en el campo no podría vivir”. Tal vez por eso aún añora salir a la calle sin preocupaciones. «Eso sí lo añoro, la tranquilidad de caminar por las calles. O ir a una pizzería a comer una buena pizza”.

Lee la entrevista completa AQUÍ.

https://www.aciprensa.com/noticias/diez-cosas-que-no-sabias-del-papa-francisco-contadas-por-el-mismo-10128