Archivo por meses: enero 2015

Cardenal Jorge Bergoglio en entrevista noviembre 2011

Francisco I

«Los curas tendemos a clericalizar a los laicos. Y los laicos -no todos pero muchos- nos piden de rodillas que los clericalicemos porque es más cómodo ser monaguillo que protagonista de un camino laical. No tenemos que entrar en esa trampa, es una complicidad pecadora. (…) El laico es laico y tiene que vivir como laico con la fuerza del bautismo, (…) llevando su cruz cotidiana como la llevamos todos. Y la cruz del laico, no la del cura. La del cura que la lleve el cura que bastante hombro le dio Dios para eso». Noviembre de 2011, en una entrevista hecha por la agencia argentina AICA al entonces Cardenal Jorge Bergoglio. —

70 Aniversario del Primer Cursillo de Cristiandad de la Historia

ENTREVISTA EN CANAL 4, SOBRE EL 70 ANIVERSARIO DEL PRIMER CURSILLO DE CRISTIANDAD DE LA HISTORIA
by admin on Martes, 28 octubre 2014 in Cursillos • 0 Comments
Esta vez os dejo un enlace para que podáis ver y escuchar un reportaje sobre la celebración del 70 aniversario del primer Cursillo de Cristiandad de la historia, en agosto de 1944 en Cala Figuera. Si no queréis ver el programa completo, os dejo los minutos en los que se resume el acto que celebramos, entre los minutos 6:53 y 8:33, y la entrevista del minuto 11:48 al 20:20

La celebración tuvo lugar en el Monasterio de Lluc con la presencia de unos cuatrocientos cincuenta cursillistas de Mallorca y amigos de diferentes países, que vinieron a celebrarlo con nosotros.

El Obispo de Mallorca presidió la celebración de la Eucaristía, en la que además anunció el inicio del proceso de beatificación de Eduardo Bonnin Aguiló, fundador del movimiento.

Noticia de Sitio Oficial del Secretariado Diocesano de Mallorca
http://mccmallorca.org/

Carta del Cardenal Jorge Mario Bergoglio. Arzobispo de Buenos Aires a los Cursillistas

Buenos Aires, 13 de Junio de 2011

Queridos Cursillistas:

“La buena semilla son los que pertenecen al Reino” (Mt 13,38)

En la proximidad de la solemnidad de San Pablo, vuestro patrono y modelo de cómo “vivir de colores” damos gracias a Dios por los frutos, que a lo largo de los años, la Obra de los Cursillos de Cristiandad le ha brindado generosamente a la Iglesia. Vuestro servicio de anunciar a Cristo siendo sus testigos en los ambientes es vivencial, renovar en forma concreta el Bautismo que en El hemos recibido y los convierte en discípulos y misioneros de la Palabra, según en lo expresado en la “Constitución de la Iglesia”: “A este apostolado todos están llamados por el mismo Señor, en razón del Bautismo y la Confirmación”. (No. 33).

Les escribo consciente de las dificultades que presenta la inculturación del Evangelio en la sociedad actual y en la confianza que vuestra audacia y fervor apostólico, nacidos del encuentro personal consigo mismo y con Cristo los lleve a hacer historia, en función del bien, para que muchos hermanos, excluidos o no, que viven en la periferia, se sientan abrazados por el amor de Jesús.

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«Ser peregrinos en nuestra Ciudad significa no instalarnos, estar abierto a la vida y prestar atención a lo que pasa en nuestro corazón, como un buen samaritano ante la realidad difícil de tantos hermanos».

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Ser peregrinos en nuestra Ciudad significa no instalarnos, estar abierto a la vida y prestar atención a lo que pasa en nuestro corazón, como un buen samaritano ante la realidad difícil de tantos hermanos. Es necesario que el Movimiento de Cursillos de Cristiandad a través de la participación de todos, continúe su camino de conversión pastoral como nos propone Aparecida.

Como Cursillistas en tiempos difíciles, deben pedir a Dios la Gracia de tener muchos ahijados, de tener siempre un precursillo en marcha, para no caer en la desesperanza que paraliza y angustia. El regalo del Kerigma que recibieron en el Cursillo es misionante, como propone el Trípode (Piedad, estudio y Acción).

Como Iglesia Arquidiocesana necesitamos la unidad de todos en Cristo, para que El, solo El, reine en nuestros corazones, y poder así reconocerlo como los discípulos en Emaus. Al darte gracias por tu peregrinar como Cursillista, te pido que no dejes de renovar en Jesús Eucaristía tu ardor y fervor apostólico y el de tus hermanos de Reunión de Grupo.

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«Hoy más que nunca necesitamos que tu cercanía en los ambientes sea luz y alegría para tantos hermanos, que ignoran que Dios es un Padre que los ama con ternura»

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Hoy más que nunca necesitamos que tu cercanía en los ambientes sea luz y alegría para tantos hermanos, que ignoran que Dios es un Padre que los ama con ternura. Hoy más que nunca necesitamos tu presencia, para que muchas familias encuentren en el amor transcendente de Cristo, una nueva y más grande dimensión del amor humano. Hoy más que nunca necesitamos de tu persona y tu testimonio en las Ultreyas, para seguir “adelante”, “más allá”, en el anuncio y vivencia del Kerigma.

Les pido por favor que recen por mí. Que Jesús los bendiga y la Virgen, Madre de la Divina Gracia, los cuide.

Afectuosamente.

Cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, Arzobispo de Buenos Aires, Argentina.

Discurso histórico de Eduardo

DESDE LAS ENTRAÑAS DE LOS CURSILLOS DE CRISTIANDAD
DISCURSO HISTÓRICO DE EDUARDO
XI ASAMBLEA
Mallorca, Extractado de Proa Nº 133
Publicado en Diciembre de 1949

En su tono de siempre, con fuego en su decir y mucha verdad y claridad en sus ideas, las palabras de nuestro Presidente, lograron el vibrar unánime y entusiasta de la Asamblea.
Empezó señalando el verdadero concepto de cristianismo, los deberes ineludibles del auténtico cristiano hoy, en que la acción ha sido indicada por el Papa como primerísima obligación, y la postura de la única Acción Católica, la de la Iglesia, a la vanguardia de este Cristianismo militante y dinámico.
Habla después de los medios providenciales que nos ha deparado el Señor para la conquista de las almas, los Cursillos y los Grupos, tema de eje de la Asamblea de este año.
Describe con pincelada sobria pero certera, lo que son los cursillos, y los define “encuentros del alma desnuda del Joven con Cristo y la gracia de Dios inundando a los cursillistas.” Se refiere a lo conseguido ya con esta arma apostólica de los Cursillos y dice que la realidad, expresa mejor que las palabras, lo que la Providencia ha querido regalarnos con este medio eficacísimo de apostolado.

Toda Gloria tiene su Pasión y su Cruz.
En el libro ya glorioso de los Cursillos hay un capítulo discordado. Los cursillos tienen ya su leyenda negra. Y Eduardo tuvo por necesidad que referirse a ello.
El cronista prefiere no hacerlo, no quiere molestarse por tan poca cosa. Todo… cizaña, mentes exiguas de hombres de las cavernas, trastiendas y botica pura.
“Ello es una prueba palpable – dijo Eduardo – de que caminamos los mismos caminos de Cristo, ya que nos cruzamos con los mismos personajes que Él encontró en su camino. (1)
Explica luego la formación de los Grupos como continuación en el ambiente de cada individuo, del espíritu del cursillo. Hace ver la necesidad de su puesta en marcha en todos los centros donde haya cursillistas.
Termina con una llamada vibrante a la acción de cada día, de siempre, de todos los momentos, para que la A.C. no sea un código abierto a toda clase de interpretaciones, sino lo que es lisa y llanamente vida cristiana hondamente sentida, vivida y gozada. (2)

Comentario de Editorial De Colores:
(1) Aquí Eduardo reitera lo que ya había expresado en el año 1946 – en una Reunión de Dirigentes – ante similar situación: “Al exponer nuestras ideas apostólicas, ocurre lo que ya sucedió al Maestro: Un pequeño grupo de incondicionales que a la hora de la prueba se reduce. Un grupo mayor que fluctúa (Hosanna. Crucifícale.) según las circunstancias. Y después escribas y fariseos, tendiendo textos dialécticos, rasgando sus vestiduras y pidiendo milagros.
La historia se repite: frente al Cuerpo Místico de Cristo, frente a la Iglesia en acción sobre sus miembros, frente a la A.C. grupos de escribas y fariseos tendiendo lazos dialécticos, rasgando las vestiduras y pidiendo milagros.” Estamos transitando los caminos que ha recorrido Cristo, donde nos entrecruzamos con los mismos personajes.

(2) En la Clausura de la Asamblea XI de los Jóvenes de la AC de Mallorca, el Obispo Hervás contesto a lo que había expuesto Eduardo en relación a los problemas que por entonces se decía eran creados por los Cursillos.
El Obispo estaba en conocimiento explicito y público de la situación, por lo que había llegado el momento que tenía que manifestarse sin dejar dudas sobre los Cursillos. Fue entonces cuando Mons. Hervás los avaló expresando: “Bendecimos a los Cursillos, no con una, sino con las dos manos” (Titulo de la Nota de PROA) afirmándolos para siempre dentro de los distintos nombres que tuvieron hasta que en 1953 en que comenzaron a llamarse de Cristiandad, identidad que se mantiene hasta nuestros días, y agregó allí mismo unas palabras que nos marcan con ardor: “No olvidéis, amadísimos jóvenes, que esto es nota característica de los discípulos de Jesucristo. San Pablo nos dice: “Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo, padecerán persecución.””

Solemnidad de la Epifanía del Señor

Solemnidad de la Epifanía del Señor, en la que se recuerdan tres manifestaciones del gran Dios y Señor nuestro Jesucristo: en Belén, Jesús niño, al ser adorado por los magos; en el Jordán, bautizado por Juan, al ser ungido por el Espíritu Santo y llamado Hijo por Dios Padre; y en Caná de Galilea, donde manifestó su gloria transformando el agua en vino en unas bodas.

La Epifanía, que en griego significa «aparición» o «revelación», es una fiesta destinada a celebrar principalmente la revelación de Jesucristo a los Magos o Sabios de Oriente, los cuales, por inspiración particular del Todopoderoso, fueron a adorarle, poco después de su nacimiento. Sin embargo el carácter litúrgico del día conmemora igualmente -y así lo recoge el Martirologio Romano- otras dos manifestaciones del Señor: la primera es la de su bautismo, en el que el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de paloma, al mismo tiempo que una voz del cielo decía: «Este es mi Hijo muy amado, en el que tengo mis complacencias»; la segunda es la revelación de su poder, en el primero de sus signos: la transformación del agua en vino, en Caná, donde manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él. Por todo esto la festividad merece respeto y reverencia, especialmente por parte de nosotros los gentiles, que en tal fecha fuimos llamados a la fe y adoración del verdadero Dios, en la persona de los Magos.

Sin decirnos cuántos eran, la Biblia llama «magos» o «sabios» a los gentiles que acudieron a Belén a rendir homenaje al Redentor del mundo, obedeciendo al divino llamado. La opinión común, apoyada por la autoridad de San León, Cesario, Beda y otros, sostiene que eran tres. En todo caso, el número era reducido en comparación con el de aquellos que vieron la estrella y no le prestaron atención; admiraron su brillo extraordinario y permanecieron sordos a su mensaje; esclavizados por su egoísmo y sus pasiones, endurecieron sus corazones al llamamiento del Señor. Decididos a seguir el divino llamamiento, a pesar de todos los peligros, los Magos se informaron en Jerusalén y fueron hasta la misma corte del rey Herodes preguntando: «¿Dónde ha nacido el Rey de los Judíos?» De acuerdo con las profecías de Jacob y David, toda la nación judía estaba en espera del Mesías. Como las profecías detallaban las circunstancias de su nacimiento, los Magos supieron pronto, por las informaciones del Sanhedrín o gran Consejo de los judíos, que el profeta Miqueas había predicho, muchos siglos antes, que el Mesías nacería en Belén.
Los Magos se pusieron inmediatamente en camino, a pesar del mal ejemplo que les daban los miembros del Sanhedrín, ya que ningún escriba, ni sacerdote se mostró dispuesto a acompañarles a buscar y rendir homenaje a su propio Rey. Para fortalecer su fe, Dios hizo brillar nuevamente la estrella en cuanto salieron de Jerusalén, y ésta los guió hasta el sitio en que se hallaba el Salvador que venían a adorar. Deteniéndose sobre la cueva, la estrella parecía decirles: «Aquí encontraréis al Rey que os ha nacido». Los Magos penetraron en el pobre albergue, más lleno de gloria que todos los palacios del mundo, donde encontraron al Niño con su Madre. Postrándose, le adoraron y le entregaron sus corazones. San León celebra la fe y devoción de los Magos con estas palabras: «La estrella los llevó a adorar a Jesús; pero no encontraron a éste venciendo a los demonios, o resucitando a los muertos, o dando vista a los ciegos y voz a los mudos. Jesús no hacía milagros. Estaba allí como un recién nacido, sin palabra y totalmente dependiente de su Madre. Su poder estaba oculto y su único milagro era la humildad». Los Magos ofrecieron a Jesús los más ricos productos de sus tierras: oro, incienso y mirra. El oro, para manifestar que reconocían su dignidad real; el incienso, como una confesión de su divinidad; la mirra, como símbolo de que se había hecho hombre para redimir al mundo. Pero sus más ricos regalos fueron las disposiciones en que se hallaban: su ardiente caridad, simbolizada en el oro; su devoción, figurada por el incienso, y la total entrega, representada por la mirra.
La más antigua mención de la celebración de una fiesta cristiana el 6 de enero, parece ser la de los «Stromata» (1:21) de Clemente de Alejandría, quien murió antes del año 216. Dicho autor afirma que la secta de los Basilianos celebraba la conmemoración del Bautismo del Señor con gran solemnidad, en fechas que parecen corresponder al 10 y al 6 de enero. Esto tendría en sí mismo poca importancia, si no existieran abundantes pruebas de que en los dos siglos siguientes, el 6 de enero se convirtió en una festividad principal en la Iglesia de Oriente, y que tal festividad estaba estrechamente relacionada con el Bautismo del Señor. En un documento conocido con el nombre de «Cánones de Atanasio», cuyo texto pertenece básicamente a la época de san Atanasio, digamos hacia el año 370, el autor nos dice que las tres fiestas más importantes del año eran Pascua, Pentecostés y Epifanía. El mismo documento prescribe a los obispos que reúnan a los pobres en las ocasiones solemnes, particularmente «en la gran fiesta del Señor» (Pascua), en Pentecostés, «cuando el Espíritu Santo descendió sobre su Iglesia», y en «la fiesta de la Epifanía del Señor en el mes de Tubi, es decir, la fiesta de su Bautismo» (canon 16). El canon 66 repite: «la fiesta de la Pascua, la fiesta de Pentecostés y la fiesta de la Epifanía, que es el decimoprimero día del mes de Tubi.»
Según las ideas del Oriente, la primera manifestación del Salvador a los gentiles coincide con las divinas palabras: «Este es mi Hijo muy amado, en el que tengo mis complacencias». Los Padres griegos opinan que la Epifanía, llamada también por ellos «Teofanía» («Manifestación de Dios») e «Iluminación», se identificaba originalmente con la escena del Jordán. En un sermón predicado en Antioquía, el año 386, san Juan Crisóstomo se pregunta: «¿Por qué se llama Epifanía, no al día del nacimiento del Señor sino al día de su Bautismo?» Y, después de discutir algunos detalles de la observancia litúrgica, especialmente el agua bendita que los fieles llevaban a sus casas y conservaban todo el año (el santo se inclina a pensar que el hecho de que el agua no se corrompa es un milagro), responde a su propia pregunta: «Llamamos Epifanía al día del Bautismo del Señor, porque al nacer no se manifestó a todos, como lo hizo en el Bautismo. Hasta ese momento había permanecido oculto al pueblo». También san Jerónimo, que vivía cerca de Jerusalén, testifica que la única fiesta que se celebraba entonces allí era la del 6 de enero, para conmemorar el nacimiento y el Bautismo de Jesús. A continuación explica que la idea de «manifestación» no se aplica propiamente al nacimiento, «porque Jesús permaneció entonces oculto y no se reveló», sino más bien al Bautismo en el Jordán, «cuando el cielo se abrió sobre Cristo».
Fuera de Jerusalén, donde, según nos dice Egeria (c. 395), cuyo testimonio concuerda con el de san Jerónimo, la fiesta de la Navidad y la Epifanía se celebraban el mismo día (6 de enero). La costumbre occidental de celebrar por separado la Navidad el 25 de diciembre se impuso en el siglo IV, y se difundió rápidamente, desde Roma a todo el Oriente cristiano. San Juan Crisóstomo nos informa que el 25 de diciembre fue celebrado por primera vez en Antioquía, hacia el año 376. Constantinopla adoptó dicha fiesta, dos o tres años más tarde, y san Gregorio de Nissa, en la oración fúnebre por su hermano san Basilio, explica que la Capadocia adoptó la costumbre hacia la misma época. Por otra parte, la festividad del 6 de enero, de origen oriental indudablemente, se convirtió en fiesta de la Iglesia de Occidente, como una especie de compensación, antes de la muerte de san Agustín. La encontramos registrada por primera vez en Vienne, en la Galia. El historiador pagano Amiano Marcelino, describiendo la visita del emperador Juliano a las iglesias, habla de «la fiesta de enero que los cristianos llaman Epifanía». San Agustín acusa a los donatistas de no haber adoptado, como los católicos, la nueva festividad de la Epifanía. Alrededor del año 380 se celebraba ya dicha festividad en Zaragoza, y en el año 400 era una de las fiestas en que estaban prohibidos los juegos del circo.
Sin embargo, aunque el día de la celebración era el mismo, el carácter de la fiesta de la Epifanía en Oriente y Occidente era distinto. En Oriente, el motivo principal de la fiesta sigue siendo hasta el día de hoy el Bautismo del Señor, y la gran bendición del agua es uno de los ritos principales. En Occidente, por el contrario, se hace hincapié en el viaje y la adoración de los magos. Así sucedía ya desde la antigüedad, como lo demuestran los sermones de san Agustín y san León. Cierto que el Bautismo del Señor y el milagro de Caná están incluidos también en la fiesta; pero, aunque encontramos en san Paulino de Nola (principios del siglo V), y un poco después en san Máximo de Turín, alusiones muy claras a estos dos hechos en su interpretación de las solemnidades del día, hay que reconocer que en la práctica la Iglesia de Occidente sólo celebra la revelación del Señor a los gentiles, representados por los Magos.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI